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La leyenda de la bruja del Esterito que atemorizó La Paz en los años 40
Entre las calles polvorientas de la capital sudcaliforniana, a mediados del siglo XX, comenzó a circular una historia que hasta hoy se recuerda: la de la bruja del Esterito. Su fama se extendió por todo el barrio y dejó marcada a una generación de paceños.
¿Quién era la bruja del Esterito?
Vecinos de la antigua calle Iturbide, hoy Torre Iglesias, contaban que en una casa modesta vivía una mujer rodeada de objetos extraños; tecolotes disecados, murciélagos en frascos y hierbas de olor fuerte que se usaban en rituales.
Todos los días acudía gente a visitarla para pedir limpias o curaciones, pero los rumores iban más allá. Algunos aseguraban que en aquel sitio también se practicaban invocaciones oscuras y actos inmorales, lo que convirtió a la mujer en una figura temida y rechazada.
¿Por qué las curanderas eran mal vistas?
En aquellos años, las curanderas eran las únicas que podían atender enfermedades comunes en los pueblos sudcalifornianos, donde los médicos escaseaban. Su conocimiento de las plantas y remedios naturales era valioso, pero al mismo tiempo despertaba sospechas.
De hecho, hasta mediados del siglo XX, la mayor parte de la atención médica en Baja California Sur estaba en manos de misioneros, practicantes y curanderas. No fue sino hasta 1952, cuando BCS se convirtió en Estado, que comenzó un esfuerzo más amplio por ampliar hospitales y servicios de salud.
Sin embargo, el hecho de que sus prácticas incluyeran rezos, rituales o símbolos considerados “paganos” provocaba que fueran señaladas como brujas. Así, el temor convivía con la necesidad, pues la gente acudía a ellas, pero a la vez las marginaba.
¿Qué papel tuvieron las brujas en la antigüedad y en Baja California Sur?
La figura de la bruja no es exclusiva de La Paz. Desde la antigüedad, en distintas culturas se hablaba de mujeres con saberes secretos, capaces de sanar o de invocar fuerzas sobrenaturales.
En la Europa medieval fueron perseguidas por la Inquisición, mientras que en la Nueva España se mezclaron los conocimientos indígenas con las creencias católicas, dando origen a un fusión llena de miedos y supersticiones.
En Baja California Sur también se tejieron historias alrededor de estas figuras.
Los cronistas recuerdan a curanderos y brujas entre los pueblos originarios, y con el tiempo surgieron leyendas locales como la del Esterito en La Paz o la de la bruja de Mulegé, que incluso quedó registrada en expedientes oficiales tras un extraño caso de histeria colectiva a inicios del siglo XX.