¿Por qué los vagones del Metro son naranja? El secreto detrás del color más icónico de CDMX
El Metro de la CDMX no es solo un sistema de transporte; es un ícono cultural, un símbolo de la vida urbana y un testigo de la historia de la capital.
Entre sus muchas particularidades, como que es de los más baratos del mundo, ¿lo sabías? El distintivo color naranja de sus vagones es, sin duda, uno de los más reconocibles.
Pero, ¿por qué está tonalidad y no otra? La respuesta se esconde en una combinación de orígenes internacionales y decisiones gubernamentales, desmintiendo mitos populares y revelando la fascinación por la “limusina naranja”.
¿Cuál es la razón de que los vagones del Metro en CDMX sean color naranja?
Los primeros trenes que rodaron por las vías del Metro de la CDMX, los MP-68, no fueron pintados de naranja en México; llegaron así directamente de su lugar de origen.
Estos trenes fueron fabricados por la empresa francesa Alsthom (hoy Alstom), una compañía líder en sistemas de transporte y pionera en la tecnología de rodadura neumática, similar a la utilizada en el Metro de París.
Alsthom, en su proceso de fabricación, solía utilizar el naranja como uno de los colores estándar para sus unidades antes de cualquier personalización específica por parte del cliente. Es decir, los vagones fueron entregados a México con este color “de nacimiento”.
Fue una coincidencia afortunada, ya que el naranja se alinearía perfectamente con el panorama político y la identidad visual que el gobierno de la Ciudad de México buscaba proyectar.
¿Existe otra razón por la que los vagones del Metro en CDMX sean color naranja?
La construcción e inauguración del Metro de la CDMX a finales de los años 60 coincidió con un periodo de intensa modernización en el país y, particularmente, en la capital.
En ese entonces, el Departamento del Distrito Federal (DDF), bajo la dirección de Alfonso Corona del Rosal, tenía el naranja como su color institucional y representativo.
Esta tonalidad no se limitaba a los logotipos; impregnaba la señalética urbana, los uniformes del personal gubernamental y la pintura de edificios oficiales.
Era una estrategia para unificar la imagen de la administración y proyectar una sensación de progreso. Dada la llegada de los trenes franceses ya en color naranja, el gobierno capitalino decidió mantener esta estética.
No solo se evitaban costos adicionales por repintado, sino que los vagones se integraban de forma natural y armónica con la identidad visual que se quería establecer para la CDMX.
El Metro de la CDMX no es solo un medio de transporte que une la ciudad de norte a sur durante muchos años; también es un lugar lleno de misterios y sorpresas más allá de sus túneles y trenes.
Pues el Metro alberga desde muestras relacionadas con la astrología hasta hallazgos arqueológicos, convirtiéndose en un punto de encuentro donde la historia y el porvenir convergen en cada estación.
El naranja como símbolo: más allá de la casualidad
Lo que comenzó como una conjunción de circunstancias (un color de fábrica y una coincidencia con la identidad gubernamental)se transformó con el tiempo en un símbolo perdurable.
A pesar de la incorporación de nuevos modelos de trenes y variaciones en el diseño a lo largo de las décadas, el naranja ha persistido como el color predominante y más reconocido de la flota del Metro.
Esta continuidad ha cimentado la identidad del Metro en la cultura urbana de la CDMX, al punto de que popularmente se le conoce como la “limusina naranja”.
Así, el distintivo color de sus vagones es mucho más que una elección estética; es el resultado de una mezcla pragmática de ingeniería internacional y visión gubernamental que, de forma fortuita, dio origen a uno de los emblemas más queridos de la capital mexicana.
Y para terminar estos temas del Metro en CDMX, ¿sabías que tiene su propio museo? También está bajo tierra y puedes visitarlo totalmente GRATIS.