Zonas de WiFi gratuito en CDMX: ¿realmente funcionan?
En cada esquina de la capital, un cartel presume el logro: la Ciudad de México ostenta el Récord Guinness como la urbe más conectada del mundo.
Con más de 30 mil puntos de acceso gratuito repartidos entre postes del C5, escuelas, unidades habitacionales y transporte público, la promesa del gobierno es clara: internet como un derecho universal; sin embargo, para el ciudadano de a pie que intenta enviar un correo urgente o cargar un mapa, la realidad suele ser una moneda al aire.
¿Realmente funciona el WiFi Gratuito?
La Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP) ha logrado cerrar la brecha digital para miles de capitalinos que no pueden costear un plan de datos; sin embargo, un recorrido por distintos puntos de la ciudad revela una experiencia desigual.
Los tres grandes obstáculos
Según expertos en telecomunicaciones y testimonios de usuarios, el sistema enfrenta tres retos críticos que cuestionan su eficacia real:
- Ancho de banda compartido: La mayoría de los puntos gratuitos tienen un límite de velocidad y de usuarios simultáneos. En zonas de alta afluencia, como el Zócalo o paraderos de transporte, la red se satura, haciendo que la conexión sea extremadamente lenta o nula.
- La intermitencia en el transporte: Aunque el Metrobús y el Metro cuentan con infraestructura WiFi, la experiencia es, en el mejor de los casos, irregular. Los túneles profundos de líneas antiguas y el movimiento constante provocan desconexiones frecuentes que frustran a los usuarios.
- El proceso de conexión: Muchos usuarios reportan dificultades con el portal cautivo (la página de inicio donde se aceptan los términos). A menudo, el dispositivo detecta la red, pero no logra obtener la dirección IP necesaria para navegar.
¿Un salvavidas o un riesgo?
Más allá de la velocidad, surge la cuestión de la seguridad. Expertos en ciberseguridad advierten que las redes públicas abiertas, al no requerir contraseña, carecen de encriptación robusta.
¿Funcionan las zonas de WiFi gratuito en la CDMX? La respuesta es sí, pero con matices.
Funcionan como una red de seguridad digital. Han democratizado el acceso básico y son vitales en situaciones de emergencia o para personas sin recursos. Sin embargo, como herramienta de productividad diaria o entretenimiento de alta demanda, la infraestructura aún tiene camino por recorrer para igualar la calidad de una conexión privada.
La CDMX ha ganado el título de la más conectada, pero el siguiente gran reto ya no es solo la cantidad de puntos, sino la calidad y estabilidad de la conexión que ofrecen.