Escuela del Sarape de Saltillo: ¿cómo preserva la tradición textil mexicana?
Por las calles de Saltillo, el rumor de los telares aún marca el pulso de la ciudad. En un taller iluminado por los destellos de hilos teñidos a mano, los aprendices de la Escuela del Sarape “La Favorita” descubren, paso a paso, el arte de transformar lana, seda y hasta hilos metálicos en verdaderas piezas de identidad cultural.
El director de la escuela, Francisco Javier Reyes Luna, artesano y maestro tejedor, lo resumió con sencillez.
“Aquí no solo se aprende una técnica; aquí se aprende a darle vida al sarape desde la creatividad del telar”, dijo en entrevista.
¿Qué representa la formación de nuevos tejedores en Saltillo?
En este espacio, la tradición no se observa como un recuerdo estático, sino como una herencia en movimiento.
Los alumnos han aprendido que un sarape puede tardar meses en realizarse y que cada pieza es la suma de paciencia, memoria y experimentación. No es casualidad que ya 56 tejedores formados en la escuela tengan sus propios talleres en la ciudad, llevando consigo la semilla de un oficio que parecía condenado al olvido.
¿Qué aportó la visita del maestro Román Gutiérrez?
Cabe mencionar que recientemente contaron con la visita reciente del maestro Román Gutiérrez, originario de Teotitlán del Valle, Oaxaca, quien añadió un nuevo capítulo a esta historia.
Considerado uno de los tejedores más importantes del mundo hispánico, compartió con los estudiantes secretos de técnicas que entrelazan tradición prehispánica y materiales traídos a México en tiempos de Maximiliano y Carlota; hilos de oro, plata y seda natural.
¿Cómo trasciende la labor de la escuela más allá de sus muros?
La labor de la escuela no se queda entre sus muros, ya que los egresados participan en concursos y exposiciones que los colocan en el mapa nacional.
Precisamente en este 2025, varios saltillenses fueron reconocidos en el certamen convocado por Fomento Cultural Banamex, uno de los guardianes más importantes del arte popular en México. Sus piezas ahora descansan en el Palacio de Iturbide, en la Ciudad de México, un honor que da testimonio de la altura alcanzada por los nuevos tejedores.
Mientras tanto, en los telares de la escuela el tiempo parece medirse distinto; cada hilo cuenta una historia y cada diseño remonta a un diálogo entre pasado y presente.
En cada exposición, el sarape vuelve a contar quién es Saltillo; una ciudad que aprendió a tejer identidad, historia y creatividad en los telares de sus artesanos. Y es en esta escuela donde el legado se multiplica, asegurando que el latido del telar siga resonando más allá de generaciones y fronteras.