Esta planta nativa de Coahuila se disfraza de girasol y se ha apoderado de los campos de Saltillo
A simple vista, parecen girasoles decorando los caminos rurales de Saltillo y Arteaga. Sin embargo, detrás de ese espectáculo dorado se esconde una especie nativa que ha comenzado a extenderse sin control: el pocolote, también conocido como girasol silvestre o acahual.
Aunque muchos aprovechan los paisajes amarillos para realizar sesiones fotográficas, investigadores advierten que se trata de una planta invasora que está desplazando cultivos y especies locales en la región sureste de Coahuila.
El doctor Valdés Oyervides, investigador de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), explicó que esta flor pertenece a la familia Asteraceae y, pese a su belleza, tiene un alto potencial de propagación que la convierte en una amenaza para los ecosistemas agrícolas.
¿Por qué el pocolote se confunde con el girasol?
A primera vista, ambos comparten rasgos similares, desde pétalos amarillos, tallos largos y una apariencia que ilumina los campos. No obstante, el pocolote (Tithonia tubaeformis) puede alcanzar hasta cuatro metros de altura, tiene hojas más grandes y flores agrupadas al final de sus ramas.
Mientras el girasol se cultiva para obtener aceite o semillas, el pocolote crece de manera silvestre y espontánea, sin control humano, y florece principalmente de junio a noviembre. Esta característica le ha permitido expandirse en zonas agrícolas cercanas al ejido El Diamante y Sierra Hermosa, donde su presencia aumenta cada temporada.
¿Qué impacto ecológico y agrícola tiene su expansión?
El crecimiento desmedido del pocolote preocupa a campesinos y especialistas.
Esta planta compite directamente con los cultivos de trigo, maíz y cebada, absorbiendo los nutrientes del suelo y dificultando la germinación de otras especies.
Además, sus semillas se dispersan fácilmente por el viento, el agua o el paso de maquinaria agrícola, lo que hace muy difícil controlar su expansión.
¿El pocolote tiene algún uso o beneficio?
A pesar de su carácter invasor, el pocolote ha sido aprovechado por comunidades rurales como alimento para el ganado, especialmente cuando la flor está tierna.
También es fuente de polen y néctar para las abejas, lo que contribuye parcialmente a la polinización.
En la medicina tradicional mexicana, algunas comunidades lo han utilizado con fines terapéuticos y ceremoniales, aunque su valor ecológico sigue siendo objeto de debate entre investigadores.
El pocolote es un claro ejemplo de cómo la naturaleza puede engañar a los sentidos, una flor que deslumbra a la vista, pero que representa un reto ambiental para los campos de Coahuila.