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Donald Trump: La Esperanza de México.

Perspectiva de Hugo Ontiveros. Foto: POSTA.
Por:Hugo Ontiveros

La política tiene giros irónicos que, a veces, parecen escritos por un guionista de Hollywood. Hoy, a unos meses de que Donald Trump iniciara su segunda administración, un hecho resulta innegable: el endurecimiento de su política contra los cárteles mexicanos está generando efectos que cimbran las estructuras del poder en México.

Y aunque para muchos mexicanos Trump fue visto como un enemigo, ahora comienza a perfilarse como un inesperado factor de presión y esperanza para quienes exigen justicia y seguridad.

El parteaguas ha sido el reconocimiento formal de los cárteles mexicanos como organizaciones narcoterroristas, una etiqueta que no sólo amplifica las herramientas legales de Estados Unidos para combatirlos, sino que además pone bajo una lupa internacional a quienes desde hace años han encontrado en la ambigüedad gubernamental su mejor refugio.

En los últimos días, la captura de capos relevantes y la revelación de información delicada han sacudido a propios y extraños. Testimonios, declaraciones y expedientes filtrados desde cortes estadounidenses están evidenciando posibles nexos, omisiones y complicidades que afectan no sólo a figuras aisladas, sino que amenazan con manchar de manera profunda a actores importantes del actual movimiento político en el poder en México.

El nerviosismo crece. El oficialismo sabe que lo que se ha destapado es apenas el inicio de una tormenta que podría alcanzar dimensiones insospechadas en los próximos meses.

El control mediático interno, los discursos triunfalistas y las estrategias de distracción no serán suficientes frente a un vendaval de información proveniente de instancias judiciales internacionales que no responden ni a presiones políticas ni a arreglos diplomáticos tradicionales.

Donald Trump, en su singular estilo, parece haber tomado un rol que ningún otro líder había asumido con tal contundencia: presionar y exhibir lo que desde México muchos callaron o maquillaron.

El combate al narcotráfico dejó de ser una narrativa abstracta para convertirse en acciones concretas que empiezan a impactar en la estabilidad política nacional.

 Y no por voluntad propia del gobierno mexicano, sino por la estrategia de quien hoy ocupa nuevamente la Casa Blanca.

Así, paradójicamente, Trump emerge para algunos sectores como una figura que, al menos en términos de seguridad y combate a la impunidad, representa una oportunidad real de romper pactos de silencio y redes de corrupción. No por amor a México, sino porque su agenda de “law and order” necesita resultados que pueda exhibir ante su propio electorado.

Lo que está en juego no es sólo la relación bilateral, sino la legitimidad interna de un sistema político que comienza a sudar en medio de filtraciones, detenciones y expedientes judiciales. Vienen tiempos turbulentos para el partido en el poder en México, y todo indica que el huracán apenas comienza.

Donald Trump, ese mismo personaje al que se le acusó de ser un riesgo para México, hoy, por las vueltas que da la historia, podría terminar siendo quien ayude a limpiar, aunque sea parcialmente, las heridas profundas de nuestro país.

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