El liderazgo que trasciende: de la historia a la gestión del talento
Desde pequeño, la palabra liderazgo ha estado presente en mi vida: el liderazgo de un país, de un partido, de una asociación o incluso de una sola persona. A través del tiempo, he observado cómo grandes liderazgos han marcado el rumbo de la humanidad. Algunos llevaron a cometer barbaridades; otros, a realizar obras extraordinarias. Pero todos, sin excepción, dejaron huella. Ya sea por sus ideas, por su actuar o por su entrega hacia los demás, muchos de ellos persiguieron —de una u otra forma— lo que hoy llamamos el bien común.
Algunos ejemplos que siempre me han llamado la atención: Alejandro Magno: conquistador estratégico que expandió el imperio macedonio hasta la India; Julio César: reformista político y militar que transformó Roma en un imperio; Napoleón Bonaparte: genio militar que modernizó leyes y estructuras en Europa; Mahatma Gandhi: símbolo de la resistencia pacífica y la lucha por la independencia de la India.
Winston Churchill: líder firme en tiempos de guerra, clave en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial; Nelson Mandela: promotor de la reconciliación y la justicia en Sudáfrica post-apartheid y Martin Luther King Jr.: voz moral de los derechos civiles en EE. UU., guiado por la no violencia.
La pregunta que siempre me surge es: ¿qué tenían en común estos líderes?. Tras observarlos, leerlos y reflexionar sobre sus trayectorias, encuentro seis elementos esenciales que compartieron: Visión clara: sabían hacia dónde querían llevar a su gente; Valentía: enfrentaron grandes adversidades sin rendirse.
Influencia ética o estratégica: generaban confianza y movilizaban desde la razón o el ejemplo; Capacidad de unir a otros: inspiraban y articulaban a personas diversas en torno a un propósito común; Adaptabilidad: respondieron con inteligencia al contexto y a las crisis y Legado transformador: sus acciones cambiaron el rumbo de la historia.
Pero también hay una dimensión más profunda que personalmente me inspira: el liderazgo basado en el servicio, en la confianza y en el amor. Para mí, el mayor ejemplo es el de Jesús, quien dijo: “No he venido al mundo a ser servido, sino a servir.” Ese principio guía muchas de mis decisiones. Liderar es ponerse al servicio de los demás, no buscar el reconocimiento, sino construir y transformar desde la humildad.
Creo firmemente que si las personas no confían en ti, no te seguirán. La confianza es la base de cualquier liderazgo duradero. Y no hay forma más poderosa de construirla que siendo coherente, cercano y auténtico.
Además, liderar con amor no significa debilidad. Significa hacer las cosas con un profundo sentido de propósito, con respeto por las personas y siendo ejemplo de lo que uno espera de los demás.
Y entonces me pregunto: ¿cómo llevamos ese tipo de liderazgo al presente? ¿Cómo lo trasladamos a la gestión del talento en las organizaciones?
La respuesta está en el rol estratégico del área de Capital Humano. Hoy más que nunca, necesitamos líderes de Recursos Humanos que encarnen estas cualidades. Que tengan: Una visión estratégica del talento, conectada con los objetivos del negocio y el futuro del trabajo; El coraje de impulsar cambios culturales, retar lo establecido, y sostener conversaciones difíciles con integridad y Una influencia basada en la ética y en los datos, que les permita construir confianza y credibilidad con la alta dirección.
La habilidad de movilizar personas y equipos, generando compromiso, aprendizaje y transformación; La agilidad para adaptarse a entornos complejos, anticipando cambios tecnológicos, sociales y regulatorios y sobre todo, la disposición de servir, de actuar con empatía y de ser ejemplo, porque solo así se construyen culturas fuertes y sostenibles.
En resumen, un verdadero líder de Recursos Humanos no solo administra personas; construye cultura, desarrolla líderes y deja un sistema de talento que trasciende.
Porque al final del día, todo comienza con tener el talento correcto en el lugar correcto, y con líderes que sirvan con amor, generen confianza y dejen huella.
Jose A. Muraira es líder dinámico y apasionado del Capital Humano, con más de 30 años de experiencia —15 de ellos en Xignux— en talento, compensaciones y desarrollo organizacional. Académico por vocación y creativo de corazón, disfruta compartir conocimiento, escribir, fotografiar, andar en bicicleta de montaña y dedicar tiempo a su familia junto a Erika y sus cuatro hijas.