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El PAN estrena uniforme, con mismos jugadores

Perspectiva de Hugo Ontiveros. Foto: POSTA Mx.
Por:Hugo Ontiveros

El Partido Acción Nacional acaba de estrenar escudo. Un nuevo uniforme, una nueva piel. En términos futboleros, podríamos decir que el PAN cambió de uniforme para intentar volver a ilusionar a su afición. En un sistema democrático donde la gente ya no confía ni en el árbitro ni en los equipos, es evidente que confiar en un partido político cuesta todavía más trabajo.

Hay que reconocer que el blanquiazul intenta sacudirse las telarañas. Desde la trinchera de la comunicación política, la renovación de su imagen es un movimiento interesante y atrevido. Pero, como en el fútbol, de nada sirve estrenar camiseta si los jugadores son los mismos, si el esquema táctico sigue siendo predecible y si la hinchada ya no corea sus goles porque, simplemente, no los mete.

El PAN carga con el lastre de su alianza con el PRI, ese socio incómodo que, aunque alguna vez fue potencia, hoy es visto como el equipo más repudiado del torneo político nacional. Y aunque muchos panistas saben que esa sociedad les ha restado identidad, romperla implicaría algunos costos políticos y rencillas entre la gente de pantalón largo.

El reto del PAN no está en el diseño de su escudo, sino en renovar su plantel, su discurso y sus estrategias de juego. Necesitan jugadores con hambre, atrevidos, gambeteros, con magia, y, lo más importante, que vuelvan a hacer que la tribuna se levante de la emoción. Porque el discurso de siempre ya no llena estadios ni levanta pasiones.

Hoy la política es un deporte de precisión: no basta con lanzar mensajes al aire, hay que jugar corto, con pases dirigidos a públicos específicos. Los ecosistemas políticos son como las ligas locales: pequeños, exigentes y donde un error te cuesta el campeonato.

El nuevo escudo del PAN es un buen intento, una señal de que quieren volver a levantar la copa. Pero si no cambian de táctica, si no recuperan la emoción de su afición y si no se atreven a jugar distinto, seguirán siendo ese equipo histórico que vive más de su pasado que del presente.

Y en política, como en el fútbol, la afición no perdona la falta de resultados.

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