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La censura de la ultraderecha gringa


Por:Fernando Bustos

La libertad de expresión se ha convertido en una bandera de la ultraderecha contemporánea y de los llamados neorreaccionarios, que frente a lo que llaman “corrección política”, suelen repetir que hoy ya no se puede decir nada, que todo está censurado, que su libertad está en peligro.

Sin embargo hace unos días el programa de Jimmy Kimmel, uno de los presentadores de talk shows más importantes, fue suspendido luego de que este realizara un comentario político sobre la muerte de Charlie Kirk. Su despido no solo puede entenderse como un acto de censura, sino como parte de un régimen que busca controlar activamente lo que se dice sobre su gobierno.


Una lógica más cercana al totalitarismo que a la democracia. Luego del despido, el mismo Trump advirtió que los medios de radiodifusión que lo critiquen podrían perder sus licencias. El mensaje político y con tufos a totalitarismo es claro y de paso confirma el por qué se decidió cancelar también el programa de Colbert.

A manera de defensa y celebración, personas con afinidad a los neorreaccionarios han querido equiparar esto con la cultura de la cancelación, usualmente atribuida a sectores progresistas.

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Pero aquí no hablamos de presión social o redes indignadas: hablamos del Estado interviniendo directamente para callar voces y moldear discursos. Y eso tiene otro nombre: censura oficialista, una práctica común del fascismo. Y lo vemos incluso en cómo el gobierno de EEUU ha buscado implantar un sesgo y censurar no sólo en los medios de comunicación sino también en museos.

La cultura de la cancelación me parece que no es defendible y mucho menos la censura a la libertad de expresión. Sin embargo es momento de que los neorreaccionarios acepten que el lenguaje también puede herir y que con toda libertad hay de por medio una responsabilidad comunitaria.

No es que ya no se pueda decir nada, es solo que se busca estar a la altura del presente y no seguir violentando, excluyendo y siendo racistas desde el lenguaje. Lo que muchos de estos reaccionarios reclaman no es libertad de expresión: es libertad para violentar sin ser señalados.

Y eso no es libertad, es impunidad disfrazada de opinión.

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Jimmy KimmelCharlie KirkPOSTA CDMX