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La CNTE el “COCO” de todos los gobiernos

Perspectiva de Hugo Ontiveros. Foto: POSTA.
Por:Hugo Ontiveros

Hoy México amanece otra vez bloqueado. Carreteras cerradas, aeropuertos colapsados, bancos tomados. ¿La razón? Las acciones de presión de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación, la famosa CNTE.

Pero lo de hoy no es nuevo, es parte de una historia larga, una historia en la que este grupo ha sido, para los gobiernos de México, más una amenaza que un aliado, más un grupo de presión que un colectivo educativo.

Todo comenzó en los años 70 y 80, cuando nació la CNTE como un movimiento disidente del SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación). Su bandera era justa en ese momento: democratizar al sindicato, acabar con los líderes corruptos y mejorar las condiciones laborales de los maestros.

Nada que criticar ahí. Pero con el tiempo, ese movimiento se convirtió en un poder paralelo, que ya no lucha solo por los derechos de los maestros, sino que opera como grupo político de presión.

En los 90 y 2000, la CNTE empezó a demostrar su verdadera fuerza. Gobiernos iban y venían, pero todos cedían ante sus presiones. ¿El modus operandi? Marchas, bloqueos, plantones y, sobre todo, la suspensión de clases. Es decir, el chantaje como herramienta.

Y lo más grave: los más afectados eran siempre los mismos, los niños de las escuelas públicas, los que dependen de la educación gratuita para aspirar a un futuro mejor.

En 2013, con la Reforma Educativa impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto, la CNTE estalló. Se opusieron con todo y lograron frenar evaluaciones docentes que buscaban mejorar la calidad educativa. Mientras tanto, miles de niños pasaban semanas, hasta meses, sin clases. La consigna era clara: primero los intereses sindicales, después los alumnos.

En 2019, con la llegada del nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, muchos pensaron que la relación sería diferente. De hecho, la CNTE tuvo un lugar privilegiado en la mesa del poder. Se les escuchó, se les integró, incluso se les dio presupuesto y se derogó la Reforma Educativa previa.

Pero lo que no se detuvo fueron los métodos: bloqueos en Oaxaca, Chiapas, Michoacán y la Ciudad de México, toma de vías férreas, y ahora incluso el cierre de instituciones bancarias.

Hoy, en 2025, vemos lo mismo de siempre, la CNTE paralizando el país, obstaculizando el derecho de millones de personas a moverse, trabajar o educarse. Y lo más grave es esto: están atentando directamente contra un derecho constitucional, el derecho a la educación, consagrado en el artículo 3° de nuestra Carta Magna.

Ese artículo dice claramente que “toda persona tiene derecho a la educación” y que “la educación será obligatoria, universal, inclusiva, pública, gratuita y laica”.

Pero ¿qué pasa con ese derecho cuando los maestros de la CNTE dejan las aulas por tiempo indefinido? ¿Qué pasa cuando un niño en una comunidad marginada se queda sin clases durante meses porque su maestro está en plantón?

La CNTE no es todo el magisterio, y eso hay que decirlo. Hay miles de maestros y maestras que hacen su trabajo con vocación, con amor, con compromiso. Pero este grupo en específico, la Coordinadora, se ha vuelto sinónimo de presión, de abuso, de impunidad.

Los gobiernos les temen, y con razón. Porque cuando bloquean, paralizan. Porque cuando marchan, chantajean. Y porque cuando se les confronta, gritan “represión”, aunque sean ellos los que llevan años reprimiendo el derecho más noble: el de aprender.

Ahora, con la llegada del nuevo gobierno encabezado por la primera presidenta mujer en la historia de México, Claudia Sheinbaum, el reto es aún mayor. Habrá que ver qué decisiones toma frente a esta CNTE que se ha incrustado como un poder fáctico.

El nuevo gobierno ha dicho que pondrá “primero a los pobres”, y si eso es cierto, entonces hay que empezar por lo más básico: la educación pública gratuita, constante y de calidad para quienes más la necesitan.

Porque no hay política social más poderosa que la educación, y hoy, millones de niños siguen sin clases por culpa de un grupo que antepone sus intereses a los de la nación. ¿Tendrá este gobierno la firmeza para devolverles ese derecho?

La historia ya la conocemos. Lo que falta por escribir es si esta vez, por fin, el Estado le pondrá un alto al chantaje, y un sí firme a la educación.

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