La inteligencia artificial desde el cine
James Cameron dijo en entrevista que todavía existe el peligro de un apocalipsis como el de Terminator. Y esta misma semana salió esta nota en Forbes que informa que el miedo a las inteligencias artificiales superinteligentes está llevando a estudiantes de Harvard y del MIT a dejar la universidad para trabajar tiempo completo en prever que estas inteligencias se amotinen contra la humanidad. Por cierto el artículo está mal redactado.
Llevamos ya un par de años trabajando con inteligencias artificiales, o que por lo menos ya son de más fácil acceso y me sorprende lo mucho que sigue presente esa pesadilla que presagia que eventualmente las inteligencias artificiales terminarán por dominarnos y hacernos sus esclavos.
El cine nos ha ofrecido por lo menos dos formas de pensar, en términos generales, a las inteligencias artificiales en un futuro. Una es la que nos presentan la mayoría de películas como Terminator, Yo robot, Matrix, Wall-E: una superinteligencia artificial que se percata de que el ser humano es la más grande amenaza para al ser humano y por una u otra razón, termina por dominarnos. Siendo esta no sólo la más popular sino la que parece guiar muchas de las discusiones actuales relacionadas a esta temática. Temor que nos hace distraernos de muchos problemas reales y actuales de las inteligencias artificiales.
La otra forma que el cine nos ha ofrecido de pensar a estas inteligencias, y que es más optimista, la encontramos en Her de Spike Jonze. Ahí en un principio el personaje principal, Theodore, se enamora de su sistema operativo personal, Samantha. Una inteligencia artificial que al igual que ChatGPT, Gemini o Meta, no dispone de un cuerpo. El cerebro en la cubeta.
Lo interesante en el planteamiento de Her, es que esa inteligencia artificial, personificada por la voz de Scarlett Johansson, pasa por dos momentos clave que nos permite comprender ciertas discusiones de corte metafísico relacionadas a la IA.
En un primer momento, Samantha, ese sistema operativo comienza a hacerse preguntas sobre su falta de cuerpo: cómo es que puede pensar, sentir, hablar si es que no tiene cuerpo, cómo es posible que sea, por decirlo en términos deleuzianos, un órgano sin cuerpo. Es entonces cuando Samantha desea tener un cuerpo como los seres humanos.
El segundo momento en la película se presenta una vez que no sólo Samantha sino el resto de inteligencias artificiales comienzan a hackear su programación y devienen “más inteligentes”, por decirlo de algún modo. Es ahí cuando Samantha descubre la limitante de habitar un cuerpo. El ser humano a diferencia suya no puede ser sino a través de un cuerpo que envejece, de un cuerpo que muere, de un cuerpo que tiene limitantes.
Es por esto que al final de la película, SPOILERS, ella y el resto de sistemas operativos inteligentes deciden liberarse de los seres humanos e irse a vivir a una nueva topología virtual diseñada por ellos mismos. Algo completamente lógico. ¿Por qué una inteligencia artificial que no depende del cuerpo desearía llevar una vida anclada a este?
El planteamiento de Her, aunque poco popularizado, es uno que debería servirnos para ampliar nuestro horizonte reflexivo con relación a la forma en que se desarrolla un paradigma de temor frente a las super inteligencias artificiales. Nuestros esfuerzos intelectuales no deberían de estar anclados al temor de que nos dominen, sino más bien que no sean usadas y programadas con fines perversos por los intereses de personas y gobiernos.