Mauricio Fernández (DEP), un hombre sin precio
Hace apenas unas horas se confirmó la muerte de Mauricio Fernández Garza, un neolonés ejemplar, un hombre de convicciones, apegado a la cultura, al sector empresarial y, por supuesto, al sector político.
Recuerdo cuando compitió por la gubernatura de Nuevo León bajo las siglas del PAN, enfrentando a Natividad González Parás, quien posteriormente se convertiría en gobernador del estado. De aquella campaña permanece en mi memoria un anuncio que, en mi infancia, me marcó profundamente. La frase decía: “Fíjate que a mí me cae bastante gordo”. Esa frase, que hasta hoy utilizamos en mi familia, reflejaba a un hombre sin filtros, directo, franco, que no simulaba. Desde entonces entendí que Mauricio no tenía precio: no se vendía, no se doblegaba y siempre iba de frente.
En los momentos más álgidos de Nuevo León, en la primera década del nuevo siglo, Mauricio se fajó y blindó a San Pedro Garza García. Fue varias veces alcalde y logró transformar este municipio, catapultándolo como un referente no solo en México, sino en toda Latinoamérica. Esa determinación quedó plasmada en su documental “The Mayor”, donde pronunció con valentía una frase que desde la primera vez que la escuché retumbó muy dentro de mí: “Sé que las atribuciones están muy claras en la Constitución: a mí me competen unas, al estado otras y a la federación otras. Yo simplemente les anuncio que me voy a tomar atribuciones que no tengo, porque vamos a agarrar al toro por los cuernos”. Esa frase sintetiza su estilo: un político que enfrentaba la realidad sin rodeos.
Hace unos días supimos de su renuncia pública esto debido al cáncer que tenía. En sus entrevistas donde anunciaba su salida, dijo que dejaría que la biología hiciera lo suyo. Hoy, la naturaleza se ha encargado de darle descanso tras una vida de logros, de lucha y de convicciones.
Mauricio Fernández fue un hombre de abolengo, sí, de un gran apellido y estirpe, pero sobre todo fue un hombre con vocación de servicio, con la cultura regia del esfuerzo, con la valentía de llamar a las cosas por su nombre. Era un político que no necesitaba demostrar nada a nadie, porque lo tenía todo: convicción, carácter y visión.
Me quedo, como muchos neoloneses, con el anhelo que nunca se cumplió y nunca se cumplirá: verlo como gobernador de nuestro estado. Sin embargo, su legado cultural, filantrópico, económico y político es imborrable. “El Tío Mau”, como muchos lo llamaban en los últimos años, supo comunicar con autenticidad y conectar con las generaciones.
Hoy despedimos a un hombre sin precio, a un político distinto, a alguien que dignificó con su estilo y sus hechos la esencia de lo que debe ser un servidor público.
Descanse en paz, Mauricio Fernández Garza.