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Scroll infinito


Por:Carolina Hernández

Hola, ¿qué tal?, yo soy Carolina Hernández y este es Sin Esdrújulas tu micro mini podcast en el que escribo cosas que luego leo y luego tú me ves leer hasta aquí porque luego le das scroll infinito para tener pequeños shot de dopamina.

Pero si te quedas, te voy a contar por qué pasa.

Resulta que la adicción de scrollear -por cierto, pausa- no hay un término definido en español para esta acción, pero una encuesta encontró que deslizar verticalmente, navegar verticalmente, eran las más aceptadas.

Pero bueno, resulta que la adicción de navegar verticalmente hasta el infinito se basa en un mecanismo psicológico conocido como sistema de recompensa variable.

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Básicamente, es la relación entre el comportamiento y las consecuencias que le siguen. Los estudios indican que los organismos tienden a repetir conductas que les generan consecuencias positivas.

Pero cuando sabemos que siempre que hagamos una misma acción tendremos una misma consecuencia positiva, la emoción baja. Ahí entra el sistema de recompensas variables.

Si cada vez que hagamos una misma acción se modifica lo que recibimos, se disparan los estímulos.

Shot de dopamina.

Un ejemplo es tomar tu celular cada 10 segundos, aunque no hayas recibido ninguna notificación. Lo haces porque inconscientemente esperas ver algo inusual e importante. De vez en cuando pasará.

Shot de dopamina.

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El navegar verticalmente hasta el infinito también nos da eso. ¿Qué saldrá ahora?

Pero resulta que hubo un compa hace algunos años, que sin conocer las redes sociales lanzó esta frasesota:

“La modernidad ha fracturado la experiencia”

Es el Walter Benjamín y para él, claro, la modernidad no se refería al scroll infinito, pero aplica perfecto.

Walter veía el mundo como si cada objeto guardara una historia secreta que podría ser contada. El relato del abuelo, la anécdota del vecino, la historia contada en voz baja: eran formas de entender el mundo a través del otro.

Pero la modernidad, con su prisa, sus máquinas y su obsesión por el progreso, cortó el hilo. Hoy todo se cuenta, sí, pero prácticamente nada permanece, todo es un scroll infinito.

La experiencia ya no se comparte, se consume. Se vuelve dato, tendencia, un algoritmo y la publicación que se autodestruye cada 24 horas.

Subimos lo que hacemos, lo que comemos, lo que pensamos, pero apenas lo sentimos, porque no hay tiempo para disfrutar completamente esa experiencia, porque ya estamos esperando la siguiente.

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Todo se convierte en contenido, y la vivencia se reduce a evidencia. Como esto, que es un contenido, y que, aunque busca darte una pausa, quizá solo un pequeño porcentaje llegue hasta porque ya pasaron 40 segundos y ya se fueron a otra historia.

Scroll infinito. Un nuevo shot de dopamina.

La modernidad no solo fragmentó el tiempo; también fragmentó nuestra forma de vivir experiencias. Somos espectadores permanentes.

Scroll infinito.

Y quizá la tarea no sea restaurar la experiencia como era antes, eso es prácticamente imposible, pero tal vez podamos aprender a vivir con las grietas y encontrar sentido en esos fragmentos.

Solo parar un poco de vez en cuando. Porque quizá y solo quizá, cuando dejemos de pensar en el video que sigue comenzaremos realmente a escuchar realmente el que estamos viendo.

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