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Solidaridad con la Flotilla Sumud


Por:Sofia Otero

Este miércoles 1 de octubre, Israel presumió el secuestro de activistas que viajaban rumbo a Gaza como parte de la Flotilla Sumud, un esfuerzo global para romper el bloqueo israelí en la franja. Hay que llamar las cosas por lo que son.

No fue una detención, sino un secuestro. Es sencillo entender por qué. El ejército israelí no interceptó a la flotilla en su jurisdicción, sino en aguas internacionales. Una vez secuestradxs, Israel anunció el traslado de lxs activistas a un centro de detención.

Ahora, están a la espera de ser deportadxs y regresar a sus países. Entre las víctimas de secuestro, hay mexicanas y mexicanos: Sol González Eguía, Arlín Gabriela Medrano, Carlos Pérez Osorio, Diego Vázquez Galindo, Ernesto Ledesma Arronte y Laura Alejandra Vélez Ruiz Gaitán. El 2 de octubre, la presidenta Claudia Sheinbaum reaccionó a la detención de lxs connacionales.

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En su conferencia matutina enfatizó algo cierto y básico: “no cometieron ningún delito, más que el solo hecho de llevar ayuda humanitaria a Gaza”.

Israel intenta convencer al mundo (de forma fallida) que la flotilla Sumud en realidad es parte de Hamás. La cuenta de su Ministerio del Exterior en “X” (@IsraelMFA) ha reiterado esta teoría en varias publicaciones. Como supuesta evidencia, el 30 de septiembre, el ministerio publicó una fotografía de Greta Thunberg con un hombre circulado en rojo.

En el tuit indicaron que el sujeto era un integrante del grupo armado. Una fácil googleada desmiente a las autoridades israelíes. Resulta que el hombre en la fotografía ni siquiera es palestino, sino un político británico llamado

George Galloway. Si tu postura es correcta y moral, ¿por qué habrías de mentir para convencer? Detener a una flotilla humanitaria suena como una mala estrategia mediática para Israel, pero considero, fue una decisión consciente para prevenir crisis peores.

Si lxs activistas hubieran llegado a Gaza, estarían en peligro constante de ser bombardeadxs, como el resto de la población en la franja. La administración de Netanyahu está consciente de lo que están haciendo, saben que están masacrando a miles de civiles, pero en medios es distinto asesinar a palestinos, a bombardear a extranjeros. ¿Se imaginan los titulares?

Además, permitirle la entrada a la flotilla implicaría el ingreso de extranjerxs capaces de documentar el genocidio. Israel sistemáticamente ha desacreditado a periodistas palestinxs tachándoles de ser propagandistas de Hamás.

Si fueran personas europeas, estadounidenses, latinoamericanas, las que difundieran los videos de la masacre, sería más difícil desacreditarles, misma razón por la que Israel bloquea el ingreso de la prensa internacional.

Al momento que escribo esta columna, las y los mexicanos que viajaban rumbo a Gaza siguen en detención. Entiendo la frustración ante la insuficiente respuesta del gobierno mexicano, pero entiendo la tibieza.

Tengamos en mente que Israel es el proveedor del software “Pegasus”, programa con el que la administración de López Obrador intervino y espió a cientxs de activistas y periodistas. Además, un posicionamiento más duro contra el genocidio podría enardecer al violador que gobierna Estados Unidos.

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En medio de amenazas arancelarias y de la creciente intervención militar en Latinoamérica, no parece prudente.

Reitero, entiendo la tibieza. La veo como una estrategia diplomática. Lo que me desconcierta más es la hipocresía. Si el gobierno de México va a minimizar lo que sucede en Palestina, por favor, que dejen de repetir que “respetan la soberanía de los pueblos” y que “promueven el humanismo mexicano”.

Israel no respeta ni la soberanía ni la existencia de Palestina, y la respuesta que nuestro país está dando no es humana.

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