¡Qué espléndido! Empresario tiene su propia "arca de Noé" en el jardín
Al principio fueron solo los perros, contó el empresario a EFE, pero ahora en su jardín da hospedaje a gatos, gaviotas y hasta una exótica burrita que viaja en taxi.
ESTAMBUL.- Docena y media de perros, un caballo, un burro y 46 gaviotas, acompañados por tres gatos. Estos son los compañeros de casa de Mert Akkök, un empresario de 48 años dedicado a acoger a animales heridos o enfermos en su jardín en Estambul.
Al principio fueron solo los perros, cuenta Mert a EFE, mientras que la pequeña burra, llamada Kadife (Terciopelo), intenta robarle el vaso de té de la mano. Vivía entonces en un piso en el centro de Estambul y alguna vez se traía a casa a un perro callejero herido o enfermo para cuidarlo.
Algo nada raro en Estambul, donde hasta por las calles más elegantes se pasean perros "sin dueño": la gente del barrio los considera propiedad común y los cuida.
La sanidad gratuita está incluida: todo veterinario de la ciudad está obligado a atenderlos, igual que a los gatos que pueblan aceras y tejados de la ciudad.
La gente los encuentra, busca en internet qué hacer con un polluelo de gaviota y se encuentran con mi perfil en las redes sociales, un tipo loco que cuida de gaviotas".
También Reyhan es huérfana, explica: "Es de una granja cercana, nació débil y medio ciega; cuando vendieron a su madre iban a dejarla morir, así que la compré y la crié con un biberón con leche de otra yegua de otro pueblo; ahora cree que yo soy su padre".
La convivencia también tiene sus roces: costó un rato enseñar a los perros que no rompieran el ordenador al saltar sobre la mesa de la oficina en casa desde donde el empresario lleva sus negocios, y hace muy poco, Kadife se comió una llave del saxofón que a Mert le gusta tocar rodeado de sus compañeros peludos.
También entre los animales hay que tener precauciones: así, salvo los tres amigos de las gaviotas, Mert no acepta a gatos.
"Podría haber problemas con los perros. Hay mucha gente en Estambul que se dedica a los gatos, se lo dejo a otros", señala.
Eso sí, cuando se jubile, quizás pueda ampliar el espacio y dedicarse plenamente a sus compañeros, apunta. Quién sabe si entonces este jardín se convierta en un arca de Noé.
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