Colectivos de búsqueda en Tamaulipas afirman crisis forense
Colectivos de búsqueda en Tamaulipas denuncian una profunda crisis forense ante la falta de identificación de restos humanos en fosas clandestinas y sitios de exterminio. Con recursos limitados, activistas han documentado al menos 27 puntos con huesos, prendas y zapatillas calcinadas entre Reynosa y municipios ribereños.
Denuncian lentitud institucional y pérdida de evidencias, mientras las familias vencedoras luchan por cerrar el ciclo de incertidumbre.
¿Cómo operan los colectivos y qué han encontrado?
Con base en denuncias anónimas y recorridos propios, colectivos como Amor por los Desaparecidos “han documentado al menos 27 sitios con restos óseos en zonas entre Reynosa y municipios ribereños,” según reportes recientes. Mariana Tagle, integrante del grupo, narró el hallazgo:
“Lo primero que nos percatamos es que fueron unos tenis calcinados y después… encontramos dos concentraciones de huesos calcinados”.
En colaboración con autoridades, también han descubierto en el ejido Arturo Flores, Díaz Ordaz, un probable campo de exterminio con estructuras de fogatas, tambores con restos óseos y prendas visibles.
¿Por qué la Fiscalía no ha identificado los restos?
Los restos hallados, pese a ser reportados de inmediato, siguen almacenados sin avances judiciales. Tagle alerta que “se pierde evidencia con las lluvias, con el calor, con el aire”, y que muchas zonas aún esperan ser levantadas por la autoridad. Este rezago prolonga la incertidumbre familiar y empuja a los colectivos a trabajar más allá de sus capacidades.
La crisis forense en Tamaulipas es parte de un problema nacional con más de 50 000 cuerpos sin identificar; en este contexto, los colectivos condenan la inacción y la falta de personal, recursos y protocolos de atención inmediata.
¿Qué impacto emocional tienen estas fallas en las familias?
Cada sitio no identificado representa una historia humana interrumpida. Familias que han esperado durante años el regreso de sus seres queridos ven cómo restos sin nombre se degradan ante sus ojos. El colectivo fortalece la sensación de abandono del Estado: madres rastreadoras deben llenar vacíos institucionales para encontrar respuestas.
Doña Mary (María Herrera Magdaleno), emblemática buscadora, ejemplifica esta lucha: su red surge del dolor personal y hoy acompaña a familias que aún no pueden enterrar a sus muertos. Su historia, reconocida internacionalmente, pone rostro humano a una crisis forense que no reconoce nombres.
¿Qué se necesita para que haya justicia y dignidad?
Los colectivos exigen que la Fiscalía implemente protocolos inmediatos de levantamiento de restos, equipo especializado, laboratorios móviles y atención jurídica a las familias. También piden que se agilicen los estudios de ADN y se incorporen perfiles genéticos, para devolver identidad a los cuerpos hallados. Reclaman que la creación de una base nacional forense sea operativa y no solo una promesa legislativa .
Sin estas acciones urgentes, los restos seguirán siendo huesos olvidados que alimentan el dolor de quienes aún esperan, sin cierre ni verdad. El trabajo de los colectivos, heroico pero limitado, exige corresponsabilidad estatal.