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Alpargatas, auténticas joyas que hacen lucir al jaranero en Yucatán


Por:Irving Gil

En el vaivén de la jarana yucateca, entre zapateados rítmicos y trajes típicos que narran la historia de una región, hay un elemento fundamental que acompaña cada paso: las alpargatas. Más que un simple calzado, estas piezas artesanales son verdaderas joyas del folclore peninsular, símbolo de identidad, elegancia y resistencia.

La importancia recae en que aún sobreviven talleres donde se confeccionan alpargatas a mano, como se hacía hace más de un siglo. En estos espacios, impregnados del aroma del yute y el cuero, manos expertas dan forma a uno de los símbolos más entrañables de la cultura yucateca.


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¿Quiénes siguen elaborando alpargatas a mano?

En los rincones de Mérida, como el mercado Lucas de Gálvez, en el pasillo de calzado artesanal de este sitio, se encuentra Juan José Bacab Chi, talabartero que se dedica al arte de confeccionar las alpargatas de los jaraneros.

“Están hechas de piel de cuero de res y la suela de llanta, que es lo que se utiliza para hacer los huaraches”, precisó el artesano. 


Muchos jaraneros los buscan porque aseguran que el calzado artesanal no solo es más cómodo, sino que resiste mejor los bailes intensos.

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¿Cómo se fabrican las alpargatas tradicionales?

La elaboración de una alpargata tradicional yucateca es un arte que requiere precisión, paciencia y pasión. Todo comienza con la suela, que generalmente es de hule reciclado de llantas, lo que garantiza durabilidad. 

En algunos casos, los artesanos agregan refuerzos o detalles bordados si las alpargatas serán usadas en escenarios o competencias de jarana.


“No es difícil, solo se requiere paciencia para aprender y hacerlo porque no es complicado, cualquiera lo puede aprender y fabricar”, dijo Bacab Chi.

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¿Por qué las alpargatas son parte esencial del traje regional?

En el traje regional yucateco, todo tiene un porqué, y las alpargatas no son la excepción. El blanco impoluto del calzado masculino armoniza con la guayabera o filipina, y contrasta con la elegancia del hipil femenino.

Pero más allá de lo estético, estas piezas cumplen una función práctica vital: permiten al jaranero realizar el zapateado sin resbalarse y sin dañar el piso.

“Aquí se realizan las vaquerías tanto en Mérida como otros municipios, en los pueblos, sobre todo porque ahí se hacen los bailes populares, ahí se usan las chillonas que son las originales para bailar, pero también hay las de uso diario”, destacó.

Además, la forma y textura de la suela están pensadas para emitir un sonido particular al contacto con el suelo, lo que complementa rítmicamente la música de jarana. Son, por decirlo así, instrumentos musicales que se calzan.


“El zapateado no sería igual sin las alpargatas. Uno las siente como parte del cuerpo. Cuando están bien hechas, casi ni las sientes, pero se escuchan con fuerza”, concluyó Juan José.

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