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El crecimiento de la mancha urbana de Mérida y sus efectos en el cambio climático

¿Cómo afecta la expansión urbana de Mérida al medio ambiente? Foto: Canva
Por:Ulises Ramírez

Mérida, capital de Yucatán, ha experimentado en las últimas décadas un crecimiento urbano sin precedentes. De ocupar apenas siete kilómetros cuadrados a principios del siglo XIX, actualmente la ciudad abarca más de 800 km², un incremento de casi 100 veces.

Este fenómeno, impulsado por desarrollos inmobiliarios, expansión de infraestructura y una alta concentración poblacional, ha tenido efectos profundos no solo en su estructura social y económica, sino también en el medio ambiente y el cambio climático.

¿Cómo afecta la expansión urbana de Mérida al medio ambiente?

Aunque las ciudades ocupan menos del 2% de la superficie terrestre, generan aproximadamente el 70% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Mérida, donde se concentra el 43% de la población del estado, ha replicado este patrón.

Su acelerado proceso de metropolización desde los años 80 ha implicado la ocupación de terrenos agrícolas, ejidales y selváticos, lo cual ha resultado en una pérdida anual estimada de más de 200 hectáreas de vegetación, especialmente selvas bajas y montes.


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Además, la ciudad ha visto un aumento considerable de superficies impermeables —como pavimento, edificios y centros comerciales—, que no solo elevan las temperaturas urbanas sino que también impiden la infiltración natural del agua al subsuelo.

Este fenómeno ha generado lo que se conoce como islas de calor urbanas, donde la temperatura puede ser hasta 10 °C más alta que en las zonas rurales o naturales cercanas. Según datos del CICY y CONAGUA, entre 1960 y 2020, Mérida ha registrado un aumento promedio de 1.8 °C en su temperatura, con consecuencias directas para la salud pública y el consumo energético.


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¿Qué hay detrás del modelo de expansión de la ciudad?

El desarrollo urbano de Mérida ha estado fuertemente vinculado a la inversión privada y a un modelo de ciudad dispersa. Desde el primer complejo residencial de alta gama, el Club de Golf La Ceiba en los años 70, hasta proyectos recientes como Vía Montejo o La Isla, la mancha urbana se ha extendido hacia el norte sin una planeación integral sustentable.

Esta expansión ha sido acompañada por una infraestructura moderna que beneficia a zonas de alta plusvalía, mientras que otras áreas urbanas históricas reciben menor atención. Este crecimiento ha causado que Mérida sea una de las ciudades con mayor tráfico de México.

Lo que se traduce en una dependencia creciente del automóvil, largas distancias de traslado, mayor consumo energético y segregación socioespacial. En conjunto, estos factores incrementan las emisiones de GEI y agravan la vulnerabilidad climática de la ciudad.

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¿Qué acciones se necesitan para revertir este impacto?

A pesar de contar con varios instrumentos de política pública en materia de cambio climático, Yucatán aún carece de una Ley estatal de Cambio Climático, así como de un Reglamento de Construcción y un Plan Maestro de Movilidad Urbana Sustentable.

Expertos del CICY y la UADY coinciden en que es urgente adoptar un nuevo modelo urbano que apueste por ciudades compactas, movilidad no motorizada, recuperación de áreas verdes y eficiencia energética.

Transformar la expansión urbana de Mérida en una oportunidad para la sostenibilidad requiere más que buenas intenciones: se necesita voluntad política, colaboración interinstitucional y la participación activa de la sociedad para construir una ciudad resiliente frente al cambio climático.

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