“El Marrakech de Yucatán”: mercados, colores y misticismo en tierras mayas
Ubicada entre Mérida y Cancún, este Pueblo Mágico es uno de los destinos más fascinantes de la Península de Yucatán.
Conocida como “La Sultana del Oriente” y declarada Pueblo Mágico desde 2012, esta ciudad mezcla historia, misticismo y una energía vibrante que hipnotiza a quien la visita. Sus calles llenas de color, sus mercados aromáticos y su legado maya-colonial le han valido el apodo de “El Marrakech de Yucatán”.
¿Qué ciudad es conocida como “El Marrakech de Yucatán”?
Valladolid, en el oriente de Yucatán, ha sido bautizada así por su atmósfera sensorial. Las fachadas en tonos terracota, sus textiles artesanales y el bullicio amable de sus calles recuerdan a los zocos del norte de África.
Es un lugar donde lo ancestral y lo cotidiano conviven: historia maya, arquitectura colonial, mercados vivos y una espiritualidad profunda se fusionan en un solo sitio.
¿Qué se puede hacer en el Pueblo Mágico de Valladolid?
La oferta turística es amplia y diversa. Puedes explorar el cenote Zací, una caverna semiabierta en pleno centro; o visitar el histórico Convento de San Bernardino de Siena, donde cada noche se proyecta un espectáculo de luz y sonido. No puede faltar un paseo por la Calzada de los Frailes, una calle pintoresca llena de tiendas, cafés y detalles coloniales.
Además, Valladolid es punto clave para visitar zonas arqueológicas como Ek Balam y Chichén Itzá, así como para vivir experiencias ecoturísticas en lugares como Vallazoo, una reserva de fauna silvestre con recorridos nocturnos, actividades familiares y contacto directo con la naturaleza.
¿Cuál es el sabor único que distingue a Valladolid?
La longaniza de Valladolid es su tesoro gastronómico. Este embutido ahumado, preparado con especias locales y cocinado al estilo tradicional, ofrece un sabor intenso y auténtico. Se sirve en tacos o acompañado de frijol colado y tortillas hechas a mano.
Además, en los mercados puedes disfrutar otros sabores locales como escabeche oriental, relleno negro o incluso las imperdibles marquesitas. Todo esto hace que Valladolid sea mucho más que una parada turística, pues es un destino que cautiva con historia, sabor, cultura y espiritualidad, consolidándose como uno de los rincones más mágicos de Yucatán.