Este es el significado de la muerte, para la cultura maya
Para la cultura maya, la muerte no representaba un final, sino una transformación. Morir significaba cambiar de estado: dejar lo material y convertirse en energía para habitar otra dimensión espiritual.
Esta visión parte de la idea de que la vida es un ciclo continuo donde la muerte solo es un paso más. Según la doctora Mercedes de la Garza, historiadora e investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, “vida y muerte son fuerzas sagradas en constante interacción”.
La muerte, entonces, forma parte del equilibrio cósmico, no de una pérdida.
¿Qué pasa con el alma después de la muerte, según los mayas?
La doctora Vera Tiesler, investigadora de la Universidad Autónoma de Yucatán, y el investigador Roberto Martínez González, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, explican que los mayas creían en un "corazón sagrado", compuesto por múltiples entidades anímicas (memoria, voluntad, emociones, etc.) distribuidas en todo el cuerpo.
Tras la muerte, algunos de estos componentes se destruyen, otros regresan durante celebraciones como el Día de los Fieles Difuntos, conocido en Yucatán como "Hanal Pixán" y algunos más viajan al inframundo, donde se purifican antes de reintegrarse a una nueva forma de vida.
¿Qué función tienen los rituales funerarios para los mayas?
Los rituales eran fundamentales para guiar al alma en su tránsito. Por eso, al difunto se le enterraba con objetos personales como:
- Plato
- Bebidas
- Herramientas, ya que serían útiles en su nuevo estado.
La muerte no representaba un abandono, sino una continuidad, y requería del acompañamiento de los vivos.
¿Qué enseña el Popol Vuh sobre la muerte?
El texto sagrado maya, el Popol Vuh, narra cómo Junajpu’ e Ixb’alanke mueren, se transforman en peces y luego en ancianos. Esta historia refleja la idea del renacer espiritual.
Para los mayas, la vida después de la muerte está directamente relacionada con cómo se vive la vida presente: con conciencia, servicio y armonía con la comunidad.
Lo que muere no desaparece, se transforma; lo que parte, continúa su camino en otra forma. Esta cosmovisión concibe al ser humano como parte de un universo interconectado, donde la energía vital nunca se pierde, solo cambia de estado.
Así, la muerte es una puerta que se abre hacia otro plano del ser, guiada por el ch’umilal (espíritu protector) y determinada por la manera en que se vivió en esta vida: en armonía con los valores, la comunidad y la naturaleza.
Entender la muerte como los mayas lo hacían es, en el fondo, comprender que todo está vivo y todo sigue su curso en el gran tejido del universo.