Entre recuerdos y despedidas: Wilma Cimé se retira del CECUNY tras 31 años de trabajo
Más allá de sus funciones operativas, Wilma Cimé fue una figura entrañable dentro del Centro Cultural de la Niñez Yucateca
Después de más de tres décadas de servicio ininterrumpido, Wilma Cimé Pech, trabajadora del área de intendencia en el Centro Cultural de la Niñez Yucateca (CECUNY), pone fin a una etapa laboral, sino el cierre de un capítulo que dejó huella en la historia del recinto.
Wilma comenzó a laborar en el CECUNY en 1993, cuando el centro apenas iba forjando su identidad como espacio cultural y de formación para la niñez yucateca.

Con una energía incansable, fue testigo del crecimiento de cientos de pequeños que encontraron en este lugar un segundo hogar. Ella, con su trato cálido y sonrisa constante, se volvió parte esencial del ambiente familiar que caracteriza al centro.
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¿Cómo impactó Wilma Cimé en el entorno del CECUNY?
Más allá de sus funciones operativas, Wilma Cimé fue una figura entrañable dentro del CECUNY. Muchos padres y madres recuerdan que ella fue la primera persona que conocieron al ingresar al centro, pues siempre estaba pendiente de mantener los espacios impecables y seguros para las y los pequeños.
Su compromiso con la higiene y el bienestar de los niños y el personal docente trascendió lo laboral: lo asumió como una responsabilidad moral.

“Ya aguanté y ya me voy a ir con la frente muy en alto porque ya voy a descansar, me voy a ir oficialmente el 30 de septiembre, ya metí mis papeles en la SEDECULTA”, precisó.
Compañeras y compañeros del CECUNY coincidieron en que su labor fue más allá de la limpieza: fue una presencia maternal, una figura constante que transmitía estabilidad y cariño a través de los pequeños gestos cotidianos.
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¿Qué recuerdos guarda de su paso por el CECUNY?
Las palabras de Wilma resuenan fuerte a prácticamente un par de meses para su despedida oficial, especialmente para quienes la conocen desde hace décadas. Varias generaciones de niñas y niños se acercaron a entregarle dibujos, cartas y abrazos, expresándole cariño y gratitud con la inocencia y el afecto que solo la infancia puede brindar.
“He visto crecer a tantos niños y niñas, hay quienes se me acercan y dicen que me conocieron cuando eran niños y ahora ya son papás, entonces me da mucha emoción saber de ellos”, destacó.
Al preguntarle sobre qué se siente trabajar en un recinto de mucha antigüedad, precisó que nunca le pasaron episodios paranormales, al contrario, durante su estancia todo fue color de rosa.
“Dicen que salen niños en las noches, que se jalan las sillas y muchos se espantan, que les arrastran objetos y si salimos a las 8:00 p.m, pero nunca vi nada raro”, dijo.
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¿Qué sigue para ella tras su retiro?
Tras su salida del CECUNY, Wilma Cimé se enfocará en su familia y en descansar luego de tantos años de trabajo. Aunque ya no formará parte del equipo del centro, su legado seguirá presente. Las nuevas generaciones que pasen por el lugar caminarán por espacios que ella ayudó a mantener con dedicación, cariño y esmero.

Así, entre recuerdos, sonrisas y despedidas, Wilma Cimé se retira, dejando un vacío difícil de llenar y una huella imborrable en el corazón del CECUNY.