El desaparecido oficio que salvó a CDMX cuando no existían acueductos ni drenaje

En las calles empedradas de la CDMX, resuena la historia de un oficio casi olvidado: el de los aguadores. En un tiempo donde no existía el agua corriente en los hogares, estos hombres se convirtieron en figuras esenciales para la vida cotidiana de la ciudad.

¿Qué oficio desapareció y que era importante para CDMX?

El trabajo del aguador era una labor ardua y demandante. Con sus cántaros de barro y burros cargados, recorrían largas distancias para traer el vital líquido a cada hogar, hacienda o negocio.

Su jornada comenzaba al amanecer en los manantiales de San Felipe o San Agustín, donde llenaban sus vasijas antes de emprender el camino de regreso.

Este oficio no solo era un servicio, sino un elemento central de la cultura oaxaqueña. Los aguadores, con sus tradicionales trajes y cántaros, eran una parte tan integral del paisaje que se convirtieron en un símbolo de la identidad de la ciudad.

Aunque la llegada de la infraestructura moderna de agua hizo que este oficio desapareciera gradualmente, el recuerdo de los aguadores de la Ciudad de México permanece.

Hoy en día, su legado se preserva en las crónicas, museos y en el imaginario colectivo, recordándonos la importancia de la historia y el ingenio humano para sortear los desafíos de la vida diaria.

¿Por qué desapareció el oficio del aguador?

El oficio de aguador desapareció en la CDMX, como en muchas otras ciudades, debido principalmente a la modernización de la infraestructura urbana, especialmente la llegada del sistema de agua potable entubada a los hogares.

Las principales razones de su desaparición fueron:

• La construcción de acueductos: Desde el Siglo XIX y principios del XX, las autoridades comenzaron a invertir en la construcción de sistemas para llevar agua directamente a las fuentes públicas y, más tarde, a las casas. 

• La implementación de redes de distribución: A medida que la tecnología avanzó, se instalaron tuberías para llevar el agua directamente a los domicilios, lo que eliminó la necesidad de que los aguadores la transportaran de fuente en fuente.

• Políticas de modernización: El gobierno del Porfiriato, a finales del Siglo XIX y principios del XX, impulsó un proyecto de modernización en las ciudades. Esto incluyó la regulación de servicios como el agua, lo que llevó a la creación de reglamentos y, finalmente, a la desaparición gradual de oficios como el de aguador.

En esencia, la mejora tecnológica y el desarrollo de la infraestructura pública hicieron que el servicio individual de los aguadores se volviera obsoleto.