El platillo ancestral de Coahuila con un sabor salvaje
En la vasta y rica tradición gastronómica del norte de México, existe un platillo que ha pasado desapercibido para muchos, pero que guarda en cada bocado una historia de monte, fuego y maíz: los tamales de venado.
Esta especialidad, poco común en la vida urbana, persiste como una joya culinaria en comunidades rurales de estados como Coahuila, donde la caza del venado cola blanca es parte del patrimonio cultural.
A diferencia de los tradicionales tamales de cerdo o pollo, los tamales de venado son más que alimento: son símbolo de identidad y conexión con la naturaleza, una receta reservada para celebraciones especiales o momentos de abundancia tras una cacería exitosa.
¿Cómo se preparan los tamales de venado?
Estos tamales utilizan carne de venado, magra y con un sabor intenso, que se cocina lentamente para suavizar su textura y reducir el gusto silvestre. La carne suele marinarse con hierbas y especias, y después cocerse con chiles secos como guajillo, pasilla o ancho, creando una salsa densa y aromática.
La masa es la clásica nixtamalizada, enriquecida con manteca y, en muchas versiones, con el caldo de cocción del venado, lo que potencia su sabor. Luego, se envuelve en hojas de maíz o de plátano, dependiendo de la región y la tradición familiar, y se cuecen al vapor como cualquier tamal.
El resultado: un platillo rústico, complejo y ligado al territorio.
¿Se hacen tamales de venado en Coahuila?
Aunque no es común encontrarlos en restaurantes de Saltillo o ciudades grandes, los tamales de venado sobreviven en comunidades rurales, ranchos cinegéticos y familias con tradición de caza.
En especial durante la temporada de caza del venado cola blanca, algunas cocinas se llenan del aroma inconfundible de tamales que cuentan una historia de monte y hogar.
Una tradición en peligro de extinción… culinaria
En tiempos donde las recetas se estandarizan y los sabores se homogeneizan, los tamales de venado representan resistencia cultural. Son parte de una gastronomía que nace del entorno, de la recolección, de la espera paciente y el respeto por la naturaleza.
Su elaboración no es industrial ni masiva. Cada tamal de venado es un testimonio de una época en la que la cocina no solo nutría, sino que honraba el ciclo de la vida, el hombre y la tierra
