La leyenda de Durango que habla de dos hombres que murieron dentro del Panteón de Oriente
Las leyendas de Durango forman parte de su riqueza cultural e histórica, ya que reflejan las creencias, temores y tradiciones que han pasado de generación en generación.
Hay algunas muy conocidas, por ejemplo, la Monja de Catedral, la cual incluso es parte de los atractivos turísticos de la ciudad capital.
Existen muchas más, como la de la mujer que fue enterrada viva y cuya tumba se encuentra en el Panteón de Oriente o la de la del "Espinazo del Diablo", en la carretera libre Durango-Mazatlán.
¿Cuál es la leyenda de Durango que narra la muerte de dos hombres en el Panteón de Oriente?
De acuerdo a lo relatado por Manuel Lozoya Cigarroa, quien durante décadas fue cronista de la ciudad, existe una leyenda que involucra a cuatro hombres que en medio de una tertulia acompañada por bebidas alcohólicas hicieron la apuesta de ingresar al camposanto en punto de la media noche.
La historia de "Una apuesta" tiene lugar en el año 1899 y sus protagonistas son Manuel, Javier, Gilberto y Rogelio, quienes para demostrar su valentía apostaron diez pesos de plata cada uno por ingresar hasta el último rincón del Panteón de Oriente.
De esta forma, vestidos con sus tradicionales capas de la época, los cuatro hombres acudieron al panteón para cumplir su reto, aunque solo dos salieron con vida.
¿Quiénes sobrevivieron en esta leyenda de Durango?
Según el relato de Lozoya Cigarroa, el primero en entrar fue Manuel, quien tenía como misión enterrar una estaca en la parte norte-oriente del panteón. Cumplió con su objetivo, pero en el camino fue presa del miedo y sentía que alguien agarraba su capa, veía cosas extrañas y escuchaba voces.
El segundo fue Javier, quien hizo trampa pues brincó la barda del cementerio, caminó unos 100 metros y se salió, hasta llegar al punto donde estaba la estaca. La tomó para comprobar que había llegado hasta ella y luego repitió la estrategia para regresar con sus amigos.
¿Por qué murieron estos dos hombres en el Panteón de Oriente?
El tercero en ingresar al panteón fue Gilberto, quien llevaba de nuevo la estaca para instalarla en el lugar acordado.
Presa del miedo, no se fijó que clavó su capa con la estaca y en medio de la oscuridad pensó que algún ser de ultratumba lo sujetaba y murió del terror.
Luego fue Rogelio a buscarlo, quien, al encontrar a su amigo muerto, también falleció en el lugar por la impresión.
