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Daniel Sosa habla de Maestro Bops a POSTA: “El anonimato me permitió arriesgar más”

Bajo el personaje de Maestro Bops, Daniel Sosa llegó hasta la gran final y se colocó en el cuarto lugar de ¿Quién es la máscara 2025?. Foto: Luis Alejandro Ortega.
Por:Otto Rojas

Por momentos, ¿Quién es la Máscara? es un juego de intuición colectiva; otras veces, un experimento artístico.

Para Daniel Sosa, la edición 2025 del exitoso reality fue ambas cosas. Bajo el personaje de Maestro Bops, el comediante llegó hasta la gran final y se colocó en el cuarto lugar, quedándose, como él mismo dice, “muy cerquita” del triunfo, pero llevándose algo más profundo: una reinvención creativa.

En entrevista a POSTA, Sosa reflexiona sobre un proceso que coincidió con su regreso al stand-up comedy tras dos años de ausencia, una exigente gira nacional y un momento particularmente fértil en su carrera.

Un viaje personal: cantar sin pena y confiar en la voz

A nivel personal, la experiencia dejó una huella clara. Daniel Sosa reconoce que uno de los mayores retos fue enfrentarse al canto, un terreno que siempre le provocó inseguridad.

“Tenía que confiar un poco más en mí cuando canto. Me daba mucha pena, pero después de esto le voy a echar más ganas”, confiesa.

Lo dice sin dramatismo, con la honestidad que caracteriza su humor, pero también con la certeza de haber cruzado un límite interno.

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Comedia sin rostro: el reto profesional

En el plano profesional, ¿Quién es la Máscara? representó un desafío técnico poco común para un standupero acostumbrado a trabajar con la gesticulación facial como herramienta central.

“Quitarte la cara y tener la voz distorsionada te obliga a trabajar mucho más el texto y el ritmo”, explica.

El ejercicio, lejos de incomodarlo, le reveló nuevas posibilidades narrativas: hacer reír desde la palabra precisa, el silencio bien colocado y la cadencia exacta.

El anonimato como libertad creativa

Para Daniel Sosa, el anonimato fue una ventaja absoluta. Ser Maestro Bops y no Daniel Sosa le permitió explorar sin prejuicios ni expectativas previas.

“El hecho de que no supieran quién era me daba mucha más libertad para hacer y decir cosas que probablemente, si ya saben que soy yo, no haría o me daría pena”.

Ese juego de identidades fue, paradójicamente, un acto de confianza: confiar en sus herramientas sin el respaldo de su nombre.

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Elegir a Maestro Bops: entre estrategia y destino

Antes de convertirse en Maestro Bops, el comediante tuvo otras opciones sobre la mesa: una persona hecha de balones y una oruga. La decisión fue práctica, pero también simbólica.

“La oruga tenía cola, y con mis rodillas iba a ser complicado”, bromea.

Maestro Bops, con su estética de maestro de ceremonias y elementos circenses, ofrecía mayor movilidad y una conexión natural con su personalidad escénica. “Yo creo que él me escogió a mí”, dice.

El costo físico y el peso del secreto

Detrás del espectáculo, el proceso fue demandante. El traje, relata, es extremadamente caliente y la circulación dentro del personaje es limitada, lo que convierte cada presentación en un reto físico.

Sin embargo, lo más difícil fue guardar el secreto. “Yo ya quería decirle a la gente: adivinen qué estoy haciendo”, admite.

Callar la emoción, contener la noticia y sostener la doble vida durante semanas fue una prueba de disciplina poco visible para el público.

Entre la máscara y el escenario: una gira extenuante

La participación en el programa se empalmó con su regreso al stand-up comedy, tras dos años fuera de los escenarios. La logística fue extrema.

Hubo días en los que grabó ¿Quién es la Máscara?, corrió al aeropuerto aún sudado, voló a otra ciudad y, tras una ducha exprés, subió al escenario para dar función. Uno de esos episodios ocurrió rumbo a Tijuana, durante el especial de Día de Muertos.

“En ese momento se estaba padeciendo, pero hoy valió 100% la pena”, afirma.

Cierres, bendiciones y lo que viene

La gira cerró en el Auditorio Nacional, por segunda vez en su carrera, casi al mismo tiempo que ¿Quién es la Máscara? llegaba a su final.

A esto se suman nuevos proyectos:

“Cerrar el año así es una bendición”, resume. Sobre el futuro, mantiene la filosofía que ha guiado su carrera: estar donde la gente quiera verlo, ya sea haciendo comedia, cantando o incluso explorando un disco de canciones humorísticas.

Los dilemas, dice, quizá no se acaban. Pero la certeza es clara: Daniel Sosa salió de la máscara con más voz, más riesgo y una comedia más afilada.

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