Conoce la historia oculta de un pueblo originario, el cual habitó gran parte del área metropolitana de Monterrey
Antes de la llegada de los colonizadores españoles, el territorio de Nuevo León estaba habitado por diversos pueblos originarios. Los Alazapas, que entre ellos destacó un ligado a la familia de los coahuiltecos, cuyo territorio comprendía zonas que hoy forman parte del área metropolitana de Monterrey, como San Nicolás de los Garza, Bustamante y Lampazos.
Su estilo de vida era nómada, basado en la caza, pesca y recolección. Establecían rancherías temporales y mantenían vínculos culturales y lingüísticos con otros grupos de la región.
La llegada de los españoles marcó el inicio de una resistencia que los llevó a refugiarse en sierras como Picachos, Milpillas y Santa Clara, buscando evitar la colonización y la evangelización.
¿Dónde se asentó este pueblo originario?
Este grupo ocupó principalmente San Nicolás de los Garza y Bustamante, extendiendo su presencia hasta Lampazos, cerca de la frontera con Coahuila. En sitios como Boca de Potrerillos y la zona arqueológica de Chiquihuitillos se han hallado petroglifos posiblemente relacionados con ellos, ofreciendo pistas sobre su cosmovisión y actividades.
¿Cómo enfrentaron la conquista española?
Durante el periodo colonial temprano, resistieron la expansión española, llegando incluso a atacar minas y asentamientos en Cerralvo entre 1637 y 1647. Sin embargo, fueron desplazados hacia el norte, perdiendo gradualmente su identidad como grupo independiente.
¿Qué huella dejaron en la cultura actual?
- Formaban parte de la familia de los coahuiltecos, compartiendo lengua y costumbres con grupos vecinos.
- Sus asentamientos principales estaban en San Nicolás, Bustamante y Lampazos.
- Resistieron la conquista española entre 1637 y 1647 con ataques a minas y poblados.
- Su legado cultural se refleja en la gastronomía y en petroglifos encontrados en sitios arqueológicos.
Aunque hoy se les considera extintos, su legado sigue vivo en la gastronomía, con platillos como la carne seca y la barbacoa, y en manifestaciones artísticas como pinturas rupestres y petroglifos. Junto con otros pueblos originarios, forman parte de la memoria histórica de Nuevo León.
