¿Por qué fantaseamos con el apocalipsis?
EEUU atacó a Irán, Irán prevé cerrar el estrecho de Ormuz y entre todas estas tensiones nuevamente se habla de una posible tercera guerra mundial. Y como es de esperarse: los memes no han faltado. Y si bien los memes aparecen hoy como un metrónomo cultural, como un elemento que muestra lo que nos parece relevante, el tema del apocalipsis y del fin de la vida es uno recurrente.
De un tiempo para acá, el apocalipsis se ha vuelto un tema rentable dentro de la cultura popular. Tanto así que cualquier imagen apocalíptica o trágica de la vida real, se siente como una que ya hemos visto proyectada con antelación en el cine, la televisión o videojuegos.
EEUU es el claro ejemplo de una ideología que lleva años fantaseando con su propia destrucción, tanto así que las imágenes sucedidas el 9/11 parecían salidas de sus películas que proyectan su fantasía (temor?) a ser invadidos. El temor real no es solo ser invadidos, sino que alguien más les haga lo que ellos han hecho durante décadas en otros territorios.
Pero más allá de eso, se vuelve interesante preguntarnos qué es lo que nos seduce tanto de la idea del fin de los tiempos ¿Es la idea de ser testigos del momento en que se desgarra todo?
¿Es la pulsión de muerte que nos lleva a imaginar que seriamos sobrevivientes del apocalipsis como en las películas que vemos? ¿O simplemente estamos tan hartos de este mundo, que empezamos a desear su fin sin darnos cuenta?
Para Günther Anders, aquel día de 1945 en que se lanzó la bomba atómica “la historia se volvió obsoleta” porque en es momento “la humanidad adquirió la capacidad de destruirse a sí misma”. Desde entonces sabemos que el apocalipsis puede llegar en cualquier momento y que poco se ha hecho para aniquilar esa posibilidad.
Posiblemente no nos toque vivir lo suficiente como para vivir el apocalipsis real, o quizá sí, pero no deja de sorprender que culturalmente el tema seduzca tanto. Como dice este meme de Žižek: Todos ustedes son unos pervertidos que en secreto están excitados por el apocalipsis. Es decir, no es que temamos el fin del mundo, es que en el fondo lo deseamos y eso nos hace pervertidos.
¿Será que en el fondo estamos hartos de cómo hemos diseñado nuestras sociedades?