Rata de campo asada. Foto: Ramón Sánchez
Este es uno de los municipios de Tamaulipas en el que sus habitantes comen ratas
Las ratas que se consumen en San Germán, en el municipio de San Fernando, no son las comunes de ciudad, sino roedores silvestres, conocidos por las familias locales como ratas de monte que se alimentan de hierbas, semillas silvestres y raíces del monte bajo que caracteriza a la región.
Por ello, su carne es valorada como limpia, nutritiva y con alto contenido proteico.
La caza se realiza sobre todo en época seca o tras las lluvias, cuando los animales emergen de sus madrigueras.
Las trampas, el fuego o incluso las técnicas heredadas de los abuelos son comunes en esta práctica que mezcla paciencia y conocimiento del entorno.
¿Cómo preparan las ratas y qué sabor tienen?
Según los habitantes de San Germán, las ratas de campo tienen un sabor similar al del conejo, aunque con un toque más fuerte. Se cocinan de distintas formas: asadas directamente al fuego, en caldillos con chile rojo, o guisadas con nopal y cebolla.
En algunos hogares todavía se utiliza leña para la cocción, lo que aporta un sabor ahumado que las familias consideran tradicional. Para los adultos mayores, este tipo de carne evoca tiempos duros, pero también el orgullo de saber vivir del monte.
¿Por qué se sigue comiendo rata de campo en esta región?
En el ejido San Germán, como en otras zonas rurales de San Fernando, el consumo de animales silvestres fue durante décadas una fuente de proteína accesible. Antes de la llegada de refrigeradores, tiendas con carne procesada o transporte constante, las familias dependían de lo que el campo podía ofrecerles.
Las ratas de monte eran abundantes y fáciles de capturar, especialmente en terrenos donde no se criaba ganado ni se sembraban cultivos en gran escala. Para muchos, seguir comiéndolas es una forma de mantener viva una herencia campesina que resiste al olvido.
¿Qué opinan hoy los habitantes del ejido?
Aunque las nuevas generaciones ya no practican esta costumbre con la misma frecuencia, en algunas casas del ejido San Germán todavía se preparan ratas de campo como un platillo especial, sobre todo cuando llegan familiares que emigraron a otras ciudades y buscan revivir sabores de su infancia.
Lejos del estigma, varios habitantes sostienen que este tipo de alimentación es más sana que muchos productos ultraprocesados y afirman que debería promoverse como parte de las tradiciones gastronómicas del noreste de México.
En los rincones más olvidados de Tamaulipas, como el ejido San Germán, persisten costumbres que hablan de la capacidad de adaptación de sus habitantes.
El consumo de rata de campo, lejos de ser una rareza, representa una tradición rural con profundo valor histórico y cultural.