En algún punto de su historia, Tamaulipas contó con la biznaga más grande del mundo en el municipio de Bustamante, en el altiplano tamaulipeco. Foto: Carlos García
Estos son los 3 cactus más conocidos y consumidos en Tamaulipas
En los paisajes áridos y semiáridos de Tamaulipas, un grupo de plantas ha resistido el paso del tiempo, la escasez de agua y el avance de la urbanización: las cactáceas.
Estas especies, conocidas por su resistencia y belleza singular, son parte esencial del ecosistema del noreste mexicano y forman una de las riquezas botánicas menos valoradas del estado.
¿Cuáles son las cactáceas más comunes y las más consumidas en Tamaulipas?
En regiones como el altiplano tamaulipeco, el matorral xerófilo se pinta de verde con la presencia de nopales (del género Opuntia), que no solo ofrecen alimento a la fauna local, sino que también son un ingrediente tradicional en la cocina mexicana.
Especies como Opuntia engelmannii y Opuntia streptacantha abundan en esta región, produciendo las populares tunas, dulces frutos que cada año marcan el inicio del verano rural.
Otra especie notable es la biznaga burra (Echinocactus platyacanthus), una impresionante cactácea globosa que puede tardar décadas en alcanzar su tamaño adulto. Aunque majestuosa, esta especie se enfrenta a amenazas crecientes debido a la colecta ilegal para uso ornamental.
En los suelos pedregosos y calizos del centro del estado, florecen discretamente especies como Mammillaria heyderi y Thelocactus bicolor, cuya modesta apariencia contrasta con sus delicadas flores coloridas. Son joyas escondidas del desierto, admiradas por coleccionistas y botánicos por igual.
¿Cómo y para qué se consumen las cactáceas en el estado de Tamaulipas?
Algunas cactáceas de Tamaulipas tienen usos tradicionales mientras que los nopales se consumen frescos o cocidos y ciertas biznagas se utilizaban en la medicina tradicional para tratar afecciones digestivas.
La belleza y la importancia ecológica de las cactáceas tamaulipecas nos recuerdan que en lo más árido puede florecer la vida.
Conservarlas no solo es proteger una planta, sino también un legado cultural y ambiental que define parte de la identidad del noreste mexicano.