Si viajas por esta carretera tienes la oportunidad de comprar el machacado más famoso de Tamaulipas
En cada viaje por la carretera nacional que atraviesa Tamaulipas, hay una parada casi obligatoria para quienes conocen la ruta: El Encinal. Este pequeño poblado, ubicado a un costado del kilómetro 154, se ha hecho famoso por algo que va más allá del paisaje o la historia: su machacado.
El olor inconfundible de la carne seca al sol, los carteles escritos a mano y las vitrinas de madera que resguardan el producto son parte del encanto. Familias enteras han hecho de este oficio una tradición que, con los años, se ha ganado el reconocimiento de locales y foráneos.
¿Qué tiene de especial el machacado de El Encinal?
Aquí, la carne de res se corta a mano, se sala con cuidado y se seca al sol durante varios días, como dicta la receta tradicional. El resultado es una textura crujiente, un sabor auténtico y una durabilidad que lo convierte en un producto ideal para llevar de viaje o regalar. Muchos aseguran que no hay mejor machacado en todo Tamaulipas.
Su fama ha llegado a Monterrey, San Luis Potosí e incluso a Estados Unidos, donde migrantes lo reciben como una joya del terruño.
¿Quiénes elaboran este producto tan reconocido?
Son principalmente familias de El Encinal las que han preservado el método artesanal. Cada lote lleva el sello de generaciones enteras que han perfeccionado el proceso.
En los puestos a la orilla de la carretera, los clientes no solo compran machacado: también escuchan historias, prueban pequeñas muestras y reciben consejos sobre cómo prepararlo en casa, ya sea con huevo, chile o en tacos.
¿Por qué esta parada es un punto clave en la Carretera Nacional?
El Encinal se encuentra sobre la transitada vía federal que conecta Ciudad Victoria con Monterrey. Para viajeros que recorren largas distancias, representa un descanso sabroso y con identidad.
Además del machacado, también se pueden encontrar dulces regionales, tortillas de harina recién hechas, y en algunas temporadas, queso fresco. Todo esto en un ambiente cálido, sin prisas, donde todavía se practica el trueque y la conversación es parte del trato.