¿Fin de una leyenda? El calabazo, el “vaso” maya, pierde territorio en Yucatán
Es un calabazo —o chúuj en maya—, una calabaza seca que ha servido como el sistema original de hidratación de la península durante miles de años.
Hoy, sin embargo, esta imagen es cada vez más rara. La planta que produce los calabazos está desapareciendo de los campos yucatecos y, con ella, un fragmento de conocimiento ancestral más antiguo que las propias pirámides. Esta información forma parte de una investigación publicada por Yucatán Magazine.
¿Qué tan antiguo es el calabazo?
La calabaza de botella tiene una historia extraordinaria. Evidencias arqueológicas la ubican en México entre el 7,000 y el 5,500 a. C., lo que la convierte en una de las plantas cultivadas más antiguas de la humanidad.
Para los mayas, el calabazo era tecnología esencial. La enredadera crece de forma natural junto al maíz en la milpa tradicional, usando los tallos secos como soporte.
Cuando el fruto madura y se torna amarillo, los campesinos lo cosechan y comienzan un proceso de curado que dura varios meses:
- Abren un corte en la parte superior
- Extraen semillas y pulpa con agua caliente
- La dejan secar la cáscara al sol.
El resultado es un recipiente ligero y hermético que mantiene los líquidos frescos incluso bajo el sol yucateco.
El calabazo ha sido apodado el ‘Yeti yucateco’ por su funcionalidad y resistencia.
Simón Pool - Historiador agrícola.
La comparación con la famosa marca de hieleras no es casual: estos recipientes realmente conservan el agua fresca, algo vital para quienes trabajan largas horas en el campo.
¿Para qué más se usaba el calabazo?
Además de transportar agua, los calabazos tuvieron un papel clave en la cultura alimentaria yucateca. Los campesinos llevaban en ellos su pozol, la bebida fermentada de maíz que les daba energía durante las jornadas calurosas, saciando sed y hambre.
La textura espesa y nutritiva se conservaba bien: el calabazo “respiraba” lo suficiente para evitar que se echara a perder.
La misma planta que produce calabazos grandes también da frutos pequeños usados tradicionalmente como sonajitas, presentes en la música regional y en los juguetes infantiles.
¿Por qué está desapareciendo el uso de los calabazos?
Hoy, el cultivo del calabazo prácticamente ha desaparecido del paisaje agrícola de Yucatán. Las razones son múltiples:
- Las botellas de PET y envases de vidrio lo sustituyeron.
- Los jóvenes campesinos ya no ven valor económico en sembrarlo.
- El proceso de curado tarda meses.
- La demanda es mínima.
- Y lo más grave: las semillas ya casi no se encuentran.
Foto: Con acento.
Los pocos calabazos que llegan a los mercados suelen terminar en tiendas de artesanías o sitios turísticos, donde se venden como piezas decorativas pintadas o cubiertas con redes ornamentales, aunque son bonitos de adorno, no son utilizados para su propósito original.
Este cambio de herramienta cotidiana a adorno revela un patrón común: cuando un objeto deja de ser parte de la vida diaria, pierde el contexto cultural que le da sentido. El calabazo corre el riesgo de convertirse en simple curiosidad para turistas.
¿Qué se está perdiendo realmente?
La desaparición del calabazo no solo implica la pérdida de un recipiente antiguo: significa el desvanecimiento de un saber agrícola milenario.
Cultivar calabaza de botella requiere conocimientos sobre siembra en compañía, también hay un componente ambiental.
Foto: Con acento.
A diferencia del plástico que contamina caminos y alcantarillas, los calabazos eran totalmente biodegradables. Cuando se rompían, regresaban a la tierra; sus semillas servían para la siguiente siembra o para obtener aceite; y la planta ayudaba a la salud del suelo de la milpa.
La ironía es evidente: mientras el mundo busca alternativas al plástico desechable, Yucatán está perdiendo una solución que funcionó por siete mil años.
Con información de Yucatán Magazine.