La historia de Juan Gabriel contada desde su propio archivo, según María José Cuevas
La documentalista María José Cuevas, detalla la creación de "Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero", miniserie de Netflix

Desde cintas Súper 8 de 1971, tras el éxito de “No tengo dinero”, hasta grabaciones en la regadera y conciertos en el Rose Bowl, el material muestra la intimidad de Alberto Aguilera y la grandeza de Juan Gabriel.
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El archivo inédito de Juan Gabriel: Un tesoro de intimidad
“Laura Woldenberg me llamó: ‘Te vas a caer para atrás’, y me mandó una foto de una bodega con racks llenos”, relata. El material, desde 1971, captura a Alberto Aguilera grabando comidas familiares, autorretratos en la regadera y ensayos, mientras Juan Gabriel registra conciertos en palenques y Bellas Artes.
“Alberto es el tío que graba bautizos; Juan Gabriel, el ícono con un camarógrafo”. Digitalizar requirió aparatos obsoletos, y cintas como “Alberto con bigote bañándose” estaban dañadas por hongos. Audios de él tarareando melodías, como en el tercer episodio, son “mágicos” y muestran su proceso creativo.
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La narrativa íntima sin “talking heads”
Cuevas decidió narrar la serie con la voz de Juan Gabriel y entrevistas en off de su círculo íntimo, como su mánager y amigos, todos presentes en el archivo, evitando famosos para mantener la cotidianidad.
- “El archivo mandó... no quería talking heads que rompieran la inmersión”, explica. La línea temporal, de 1950 a 2016, cubre hitos como Noa Noa y Bellas Artes, pero el corazón está en la dualidad: “Alberto es humano, se enoja; Juan Gabriel es el visionario”.
Pasó dos años y medio revisando cintas, encontrando detalles en grabaciones de cinco horas de comidas: “Buscaba una mirada, una incomodidad”. Esta intimidad, con autorretratos y audios en la regadera, humaniza al ícono de 100 millones de discos.
Su enfoque resuena con el impacto de Mauricio Fernández Garza en la autenticidad cultural.
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