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Feminismo: tiempo de mujeres

Es tiempo de mujeres, pero no de todas las mujeres.

Publicado el

Por: Carolina Hernández

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SAN PEDRO GARZA GARCÍA, Nuevo León.- Quiero empezar con una pregunta: ¿es tiempo de mujeres?

Así que sí, es tiempo de mujeres, pero no de todas las mujeres.

Y de ellas quiero hablarles hoy.

De las precarizadas, de las trans, de las putas, de las racializadas, de las del barrio, de las de cuerpos diversos, de las de talla pequeña, de las discapacitadas, de las que no son convocadas por todos los feminismos.

De mujeres que no ven al feminismo como el camino. Que ni lo topan.

Y eso está bien.

Porque las luchas son tan diversas como nosotras y se puede pelear por nuestros derechos desde muchas trincheras.

Pero yo no puedo hablar de tiempo de mujeres sin nombrarlas a ellas, a quienes su tiempo no ha llegado a pesar de su lucha.

Porque hay un feminismo que nos hace comprar una playera con frases feministas sin importar las condiciones de las trabajadoras que las fabrican.

70 y 80% de la fuerza laboral del sector de las prendas de vestir confeccionadas en los países productores son mujeres con bajos niveles de educación y, con frecuencia, menores de edad y personas migrantes.

2 de cada 3 personas que trabajan en la industria de la moda sin remuneración son mujeres y casi seis de cada diez personas que están laborando en esta industria bajo una subcontratación abusiva, también son mujeres.

Históricamente, muchos de los trabajos realizados por mujeres han tenido poco reconocimiento social, mala remuneración económica, han sido ejercidos sin derechos laborales que protejan a las trabajadoras, e incluso han sido espacios de violencia y discriminación contra ellas.

Un feminismo blanco que pretende hablar en nombre de todas las mujeres, universalizando experiencias, invisibilizando realidades y reproduciendo desigualdades.

Virginia Woolf, en su libro del cuarto propio habla de la necesitad de que las mujeres tuviéramos un cuarto propio e independencia económica… era 1929, unos años antes en 1905, las sufragistas habían causado revuelo en Reino Unido al conquistar el derecho al voto femenino.

Pero en las marchas por el derecho al voto de las mujeres ordenaban a las participantes negras a marchar al final o se negaban a incluirlas en sus filas.

¿Les suena?

Ambos “feminismos”, el de Wolf y el de las sufragistas, estaban tomando como medida a la mujer blanca, occidental y de clase media.

Ninguna de esas dos luchas representaba a “todas las mujeres”.

Porque en esa misma época las mujeres negras incluso eran esclavas de mujeres blancas invisibles para las demás.

El feminismo blanco puede ser visto como una hija no reconocida del patriarcado, porque es un peligro para las mujeres precarizadas, para las trans para las racializadas para las más vulnerables.

La realidad es que las mujeres blancas pueden oprimir a las de color, que las mujeres hetero pueden oprimir a las lesbianas, que las mujeres cis pueden oprimir a las trans, y así sucesivamente…

Más de un siglo de experiencia y el día a día nos han enseñado que ayudar a que las mujeres blancas sean directivas o a que ocupen espacios de poder no es lo mismo que hacerles la vida más fácil a todas las mujeres.

Sí, es tiempo de mujeres. Los números incluso lo confirman.

En 1975 las mujeres representaban el 10.9% de los parlamentarios de todo el mundo;

en 1985, el 11.9%.

En la actualidad, el 18.6% de los escaños en los parlamentos están ocupados por mujeres, lo que constituye un aumento del 60% desde 1995.

Es decir que en los últimos 30 años hemos avanzado más que en los 100 anteriores.

¿Pero cómo han conseguido las mujeres blancas incorporarse a la vida empresarial y ocupar puestos de poder?

Generalmente contratando a otras mujeres más precarizadas (por lo tanto generalmente racializadas) para que limpien su casa o si son madres, para que cuiden a sus hijes (generalmente en una esquema de explotación) mientras ellas salen a incorporarse al mundo laboral formal, bien remunerado, protegido y reconocido.

Y entonces esos números nos crean la ilusión de que si ellas han llegado donde otras no han podido, significa que esas otras no lo han intentado suficientemente.

Spoiler: quienes no lo logran también lo han intentado, pero no han tenido ni la misma suerte, ni la misma red familiar, ni la misma comunidad con la que las otras contaron.

Las desigualdades nos atraviesan de manera distinta. Porque las opresiones son como si tuviéramos membresías a muchos clubes… los peores clubes, claro está.

¿Cuántas membresías tienes tu?

No es que nos las ayudemos, no es que no celebremos esos logros. Se puede todo, solo que es importante que entendamos que ayudarlas a ellas y celebrarlas a ellas no es ayudarnos a todas y no todas pueden celebrar.

Que entendamos que nuestro tiempo, no es el mismo tiempo de ellas.

Porque mientras nosotras peleamos por ocupar los puestos más altos y los espacios de tomas de decisiones, ellas aún están luchando porque “la señora” le dé seguro social.

Las trabajadoras del hogar fueron incluidas por primera vez en la Tabla de salarios mínimos profesionales a partir del 2021.

Hay mujeres que están luchando por ser reconocidas como personas con derechos básicos como su identidad sexual y su expresión de género.

En Durango, por ejemplo, no están prohibidas las terapias de conversión para personas de LGBT

Están luchando porque no las vendan por dos vacas.

A penas hace tres semanas, México aprobó una reforma que prohíbe el matrimonio infantil en las comunidades indígenas.

Así que, sí, sí es tiempo de mujeres, pero no de todas las mujeres, pero por eso es importante que si llegamos a estos espacios no olvidemos que ellas existen, que su lucha es de ellas y que lo que necesitan no es que les digamos cómo luchar, pero que las acompañemos, que abramos las puertas, que las nombremos.

Porque sin ellas tampoco somos todas.

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