Soy un partidazo
Hola, qué tal, yo soy Carolina Hernández y este es un episodio más de Sin Esdrújulas, tu micro mini podcast filosófico existencial favorito...

Hola qué tal, yo soy Carolina Hernández y este es Sin Esdrújulas, tu micro mini podcast / coach de vida / playlist favorito y hoy quiero hablarles de un partidazo mejor que Pumas-América, mejor que Yankees-Red Sox, mejor que Jefes-Raiders …tú.
Y por supuesto yo.
Somos un partidazo pero nos empeñamos en no verlo o en verlo pero no decirlo o en decirlo pero con penita, como si reconocer nuestra valía fuera algo de lo que debiéramos avergonzarnos.
Creernos un partidazo -no solo en las relaciones amorosas, si no también en las laborales o en las amistades- nos cuesta más que tener un hijo sin talento estudiando en el Tec.
¿Por qué?
La respuesta es corta, es porque estamos condicionados.
Nos enseñaron mucho a querer hacia afuera, pero muy poco a querer hacia dentro.
Hablamos mucho de ser amables con las personas, pero casi nunca nos pedimos ser amables con nosotros.
¿Cuándo te has dedicado una canción?
Así, que escuches una canción bien perra y digas, ay me la dedico.
Pero no, nos da pena…ah, pero no fuera alguien más!, hasta de Maná han de haber dedicado.
SHAME.
Pasamos la vida enfocándonos en agradar a los demás para que, dependiendo de lo que crean de nosotros, entonces saber si somos merecedores o no.
No nos cortejamos, nos cuesta un huevo apapacharnos, nos pesa regalarnos cosas.
Queremos, con una convicción inquebrantable, la felicidad de otros y menospreciamos la nuestra.
Yo ahí pa luego.
Quizá porque nos hemos creído esa letanía católica del sacrificio.
El que salva un alma salva la propia.
No digas mamadas mariyein.
Salvemos primero la nuestra y luego pensamos en salvar a otros.
Andamos por ahí queriendo conocer los secretos del vínculo romántico, de la mejor amiga, del compañero pica costillas, pero no nos detenemos a descubrir los propios.
En una entrevista de trabajo nos desvivimos por demostrar que somos un buen candidato sin detenernos a preguntar si la empresa es una buena candidata.
No cuestionamos su pasado, no le pedimos referencias ni documentos que comprueben su honorabilidad.
Dudamos casi siempre de nuestro encanto.
Por eso nos vamos de nalgas con el primero o la primera que nos dice lo maravillosas que somos.
Porque estamos ávidos de la validación externa.
Ofrecemos sinceridad y lealtad a las amistades, pero no somos capaces de sincerarnos frente al espejo.
De vernos y decirnos: No mames qué radiante te ves hoy.
De subir una foto y ponernos like y me encorazona y comentarnos: estás increíble mamazota.
No somos capaces de ir por la calle echándonos piropos.
“Si como caminas cocinas…”
Buscamos rodearnos de gente para no tener que quedarnos a solas con nuestros pensamientos porque no estamos seguras si nos van a gustar, pero le festejamos cualquier simpleza al de a lado…
Lo que dijo ese guey ni da risa, mariaeugenia.
Y es que ni siquiera nos hemos dado la oportunidad de ser amigos de nosotros mismos.
De escribirnos una carta de amor, un poema, de invitarnos a ver una serie y comprarnos un pastel.
Cortejémonos.
Dediquémonos una canción hermosa todos los días.
Yo hace poco comencé con ese ejercicio de dedicarme una rola y la neta, se siente bien lindo quererse.
¿Tú cuál te vas a dedicar?