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Nuevo León

Así vive Martha, una mujer de Haití que vende dulces en las calles de Monterrey

POSTA platicó con Martha, originaria de Haití; nos comentó que se gana la vida vendiendo dulces y cigarros en la vía pública.


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Martha habla poco español. Llegó desde Haití en una de las caravanas migrantes que buscaban cruzar hacia Estados Unidos en busca de una vida mejor.

Sin embargo, sus pasos se detuvieron en Monterrey. Aquí decidió quedarse, aunque confiesa que, con el paso de los meses, abrirse camino ha sido más complicado de lo que imaginaba.

La historia de Martha, una migrante haitiana en Monterrey, refleja las dificultades y esperanzas de quienes buscan un nuevo comienzo. Foto: Rosy Sandoval

La historia de Martha, una migrante haitiana en Monterrey, refleja las dificultades y esperanzas de quienes buscan un nuevo comienzo. Foto: Rosy Sandoval

POSTA la encontró sobre la calle Colón, a unos metros de la Estación del Metro Central, donde todos los días coloca un pequeño triciclo convertido en puesto ambulante.

Ahí acomoda dulces, cacahuates y cigarros, los cuales ofrece desde temprana hora con la esperanza de reunir lo suficiente para sobrevivir.

¿Qué dice Martha de su vida en Monterrey?

Con palabras cortas y una mirada cansada, Martha compartió que la vida en Monterrey ha sido difícil.

Aunque algunas personas le han tendido la mano, la incertidumbre no la abandona: vive al día y cada peso que gana se divide entre su renta, su comida y el dinero que debe enviarle a su hijo, quien permanece en Haití al cuidado de su familia.

“Casi no hablo español, pero es triste mi vida aquí. No vendo mucho y tengo un hijo que se quedó allá”, expresó con voz suave, sosteniendo sus bolsitas de dulces.

¿Cuánto logra reunir durante el día?

Martha inicia su jornada desde temprano. Aunque trabaja varias horas, lo que logra vender es poco.

Desde Haití, Martha se estableció en Monterrey, donde su sueño de una vida mejor enfrenta obstáculos inesperados y complejidades culturales. Foto: Rosy Sandoval

Desde Haití, Martha se estableció en Monterrey, donde su sueño de una vida mejor enfrenta obstáculos inesperados y complejidades culturales. Foto: Rosy Sandoval

En su espacio de apenas un metro, encadena su triciclo a un poste de luz y acomoda cada producto con cuidado: chicles, dulces de coco, cigarros sueltos y cacahuates en distintas presentaciones.

Desde lejos, se nota la falta de clientes. A veces vende uno o dos cigarros… otras veces pasa largos minutos sin que nadie se acerque.

“Yo mis compro y los pongo en las bolsitas. Vendo poco, pero aquí estoy”, dice con una mezcla de esperanza y resignación.

A unos pasos de ella, otros migrantes haitianos también intentan ganarse la vida. Dos o tres de ellos montan mesas improvisadas donde ofrecen pulseras, ropa usada y otros artículos.

Todos buscan lo mismo: resistir, trabajar y encontrar un lugar donde volver a empezar.

¿Por qué hay haitianos en Monterrey?

El flujo reciente de haitianos hacia Monterrey está ligado a las caravanas migrantes que cruzaron por el norte de México en los últimos años.

Muchos buscaban llegar a Estados Unidos, pero distintos factores desde trámites migratorios complicados, falta de recursos, inseguridad en las rutas o la esperanza de hallar estabilidad, los llevaron a quedarse en Nuevo León.

Monterrey se convirtió en un punto de residencia para cientos de ellos.

Martha, que llegó a Monterrey buscando oportunidades, comparte su experiencia de dificultades y adaptaciones en un nuevo entorno. Foto: Rosy Sandoval

Martha, que llegó a Monterrey buscando oportunidades, comparte su experiencia de dificultades y adaptaciones en un nuevo entorno. Foto: Rosy Sandoval

En 2021 se estimó que entre 3,500 y 4,000 migrantes haitianos arribaron a Nuevo León en solo unos meses.

Sin embargo, únicamente alrededor de 250 lograron obtener la condición de refugiados de manera formal. El resto continúa en situación irregular o en trámites para regularizarse.

Uno de los principales puntos donde se concentraron fue Casa INDI, un refugio para migrantes que, en los momentos más críticos, llegó a superar por mucho su capacidad ante la llegada masiva de familias haitianas.

El fenómeno también provocó un choque cultural: idioma, costumbres, tradiciones y un proceso de adaptación que aún continúa.

A pesar de todo, muchos haitianos han logrado incorporarse al mercado laboral regiomontano.

Algunos trabajan en tiendas de conveniencia, otros en negocios de servicios, y otros más han emprendido pequeños comercios. Cada uno, a su ritmo, trata de echar raíces en una ciudad que todavía están aprendiendo a entender.

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