
Publicado el
No te acabes, AMLO
Señoras y señores: Apareció Andrés Manuel López Obrador.
Señoras y señores: Apareció Andrés Manuel López Obrador.
El líder moral, el 10 del equipo, el que reparte el juego, el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional. Y como gol de último minuto en una Copa del Mundo, todos los morenistas —los que siempre están, los que ya no estaban y hasta los que nunca aparecen— salieron a alabarlo como si hubiera anunciado su regreso a la cancha política. La ovación fue tal que, por un momento, se olvidó que el partido ya no lo juega él… aunque todos sabemos que sigue siendo quien manda en el vestidor.
Me causa risa, lo confieso: políticos de la Cuarta Transformación que raramente aparecen en redes, esta vez se asomaron para glorificar a AMLO, como si les hubieran pitado un penal a favor en el minuto 93. Y es que el viejo lobo —colmillo arrastrando, inteligencia política afilada, y un olfato goleador que hace años no se ve en la política mexicana— regresó a la cancha cuando su equipo más lo necesitaba.
Porque nadie puede negar lo evidente: noviembre de 2025 ha sido el mes más difícil para la presidenta Claudia Sheinbaum. El más ríspido, el más presionado, el más cuestionado de lo que lleva como mandataria. Y justo ahí, cuando los rivales apretaban y la tribuna comenzaba a silbar, apareció AMLO. Tal como él mismo lo advirtió: volvería por tres razones; una de ellas, para defender a la “compañera presidenta”. Y cumplió.
Pero lo verdaderamente fascinante no fue el mensaje, sino la puesta en escena. Lo suyo nunca ha sido improvisado: AMLO reaparece desde “La Chingada”, en Chiapas, sentado en una mecedora, pasto alto detrás, gallos cantando, vestido con ropa sencilla, cuadro humilde de fondo, encuadre cerrado… austeridad entregada en cucharadas visuales. Una narrativa perfecta: el patriarca que, retirado pero clarividente, escucha el clamor y vuelve para reagrupar al equipo.
Eso, para quien sabe leer política, es arte.
El hombre domina los símbolos como pocos.
Sabe hacer política sin estar en la boleta y comunicación sin encabezar el gobierno.
El movimiento entero, ese que presume ser institucional y colectivo, se comporta como un club cuya afición, directiva y jugadores aún dependen emocionalmente de su legendario capitán. La 4T podrá tener estructura, presupuesto, gobernadores, congresos… pero moral y afectivamente, sigue en manos de ya saben quie...
Y eso nos deja una reflexión incómoda:
¿Qué sería de Morena el día que AMLO deje de intervenir, de hablar, de aparecer, de salvar el partido cuando se viene la noche?
Ese día —y lo digo con la frialdad de analista— el Movimiento de Regeneración Nacional podría descubrir que su proyecto tiene menos autonomía de la que presume y más dependencia de la que acepta.
Por eso, como dice la afición cuando el crack se acerca al retiro:
No te acabes, AMLO. No te acabes, AMLO.
Porque el día que no aparezca para corregir el rumbo, para marcar el ritmo o para gritar en el vestidor… quizá descubramos que la 4T tuvo siempre un solo 10 en la cancha, y que el resto, por más camisetas que porten, siguen sin saber quién reparte el juego.





