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Privilegios que no sabías que tenías
“Descubre los privilegios que llevas puestos sin darte cuenta.”
En la vida diaria hay realidades que damos por hecho, porque han estado ahí desde siempre: tener agua potable al abrir la llave, caminar sin miedo por la calle, comer tres veces al día, ser escuchado sin interrupciones o mostrar emociones sin ser juzgado.
Todo eso son privilegios, aunque no siempre los veamos como tales. Es por esto que te invito a reflexionar y hacer visible lo invisible, a identificar esas ventajas silenciosas que muchos otros no tienen.
Hablar de privilegios no es competir por quién ha sufrido más, ni sentir culpa por lo que tenemos. Es tomar consciencia de lo que nos fue dado; sin pedirlo, para dejar de juzgar a los demás desde la ignorancia o desde una falsa neutralidad.
Hay juicios que parten del desconocimiento: “no quiere superarse”, “no se esfuerza”, “yo también tuve dificultades”, sin ver que no todos partimos del mismo punto. El mérito personal existe, sí, pero siempre está entrelazado con el contexto.
Reconocer el privilegio no nos quita valor, al contrario, nos da herramientas para generar empatía. Porque donde unos pueden decir “no” sin miedo, otros callan para conservar su trabajo.
Donde unos suben fotos sin pensar, otros temen el juicio por su piel, su cuerpo o su género. Cada “sí” que puedas responder a preguntas como estas, es una pista de las ventajas que tienes.
Y tener privilegios no es malo. Lo injusto es usarlos solo para uno mismo. El privilegio puede ser una plataforma: si tienes voz, úsalas para amplificar otras. Si tienes tiempo, regálalo en causas que suman. Si puedes cuestionar, hazlo también por quienes no pueden. Porque el verdadero poder no es acumular ventajas, sino compartirlas.
Solo recuerda que mientras unos avanzan con impulso, otros corren descalzos sobre caminos difíciles. No se trata de culpas, sino de conciencia.
De entender que incluso tener tiempo libre, poder descansar o estudiar, ya es un reflejo de una red de apoyo que muchos no tienen. Vivir sin miedo, sin hambre, con salud, con techo, eso también es privilegio.
Esta reflexión no busca incomodar, sino despertar. Porque ver lo invisible es el primer paso para construir una sociedad más justa, más humana y menos indiferente. Y una vez que ves, ya no puedes desver.
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