
A sus 17 años, Arely no solo estudia: cambia llantas y mantiene vivo el taller que su papá abrió hace más de una década. Desde la colonia Bondojito demuestra que la fuerza no tiene género.

A sus 17 años, Arely no solo estudia: cambia llantas y mantiene vivo el taller que su papá abrió hace más de una década. Desde la colonia Bondojito demuestra que la fuerza no tiene género.