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El fantasma del estadio: los secretos enterrados bajo el Arturo C. Nahl

Foto: Alberto Cota / POSTA BCS | Canva
Por:Rosalva Castro

Lo que hoy es una de las sedes deportivas más importantes de la capital sudcaliforniana fue, en el pasado, el terreno de un panteón olvidado.

Documentos históricos y relatos orales señalan que el terreno que hoy ocupa el estadio Arturo C. Nahl fue, en sus orígenes, un panteón primigenio conocido como el cementerio de la Cruz, considerado por muchos como el primer camposanto oficial de La Paz.

Con el paso del tiempo, el lugar cayó en deterioro, las tumbas quedaron expuestas, muchas de ellas abiertas, y el ambiente insalubre generó preocupación entre los habitantes y autoridades.

La decisión fue inevitable: a principios del siglo XX el panteón fue cerrado, y se estableció un nuevo sitio para el descanso eterno en el cementerio de Los San Juanes.

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¿Qué ocurrió con los cuerpos del antiguo panteón de La Paz?

Aunque se hizo un llamado público para que las familias exhumaran a sus difuntos y los trasladaran al nuevo panteón, la mayoría de los cuerpos jamás fue removida.

Aunque no hay registros oficiales de aquella época se calcula que en recinto había más de 20 mil personas sepultadas y se estima que más del 80 por ciento de los restos quedaron bajo la tierra... y bajo el olvido.

Con el tiempo, el terreno fue reutilizado, se trazaron calles, se levantaron casas, escuelas, centros culturales, y finalmente, el estadio Arturo C. Nahl. La ciudad creció sobre ese viejo cementerio, sin registro preciso de cuántas almas quedaron bajo el pavimento.

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Foto: HISTORIAS Y LEYENDAS DE BAJA CALIFORNIA SUR / Facebook | RELATOS Y LEYENDAS DE BAJA CALIFORNIA SUR / Facebook

¿Cuándo comenzaron las apariciones en el Estadio Arturo C. Nahl?

Los relatos paranormales comenzaron a circular en la segunda mitad del siglo XX. Uno de los más inquietantes sobre el antiguo cementerio surgió tras el paso del huracán Liza, en septiembre de 1976.

Según testigos, un joven regresaba a casa durante la madrugada cuando, al pasar cerca del área que hoy ocupan el estadio Guaycura y el Arturo C. Nahl, notó la presencia de varias figuras humanas a la distancia. Al principio creyó que eran personas caminando entre los restos del desastre natural, ero algo no encajaba. 

Las siluetas no emitían ningún sonido: no hablaban, no pisaban ramas ni escombros, no hacían ruido al avanzar. Solo se deslizaban en grupo, con movimientos lentos, casi flotando.

El joven sintió que algo andaba mal, al mirar con más atención, notó que las ropas de esas personas eran extrañas: trajes oscuros, largos, sucios, fuera de época.

No eran ropas que alguien de su colonia usaría, y los rostros… pálidos, sin expresión, con una rigidez que no parecía humana. En ese momento, entendió que lo que estaba viendo no estaba vivo.

El joven, fue paralizado por el miedo, cuando logró moverse y desvió la mirada por reflejo, las figuras simplemente desaparecieron. No huyeron ni se ocultaron, solo ya no estaban.

Se dice que durante las remodelaciones del estadio, los trabajadores encontraron lo que podrían ser restos de lápidas, que confirmaron lo que muchos ya sabían por tradición oral: que el estadio fue construido sobre los cimientos de un cementerio que nunca fue completamente desmantelado.

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Foto: RELATOS Y LEYENDAS DE BAJA CALIFORNIA SUR / Facebook

¿Por qué esta historia sigue viva en la memoria colectiva?

A pesar de las décadas transcurridas, el recuerdo del viejo panteón de la Cruz sigue presente. Para algunos, solo se trata de una leyenda urbana, pero para quienes aún escuchan murmullos al anochecer cerca del estadio, o sienten un frío inexplicable recorriendo las gradas vacías, ellos quizás aún no han olvidado del todo a los muertos que nunca fueron despedidos.

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