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¿Qué son las equipatas y por qué eran la esperanza del campo para enfrentar la sequía en BCS?

Las equipatas sorprendieron este día a buena parte del territorio sudcaliforniano. Foto: Héctor Romero.
Por:Rocío Casas

Al cierre de 2024, el campo sudcaliforniano enfrentó una de las etapas de sequía más severas de la última década. Incluso, SEPADA tuvo que destinar recursos para apoyar a ganaderos.

La ausencia de precipitaciones durante la temporada de huracanes provocó el deterioro del agostadero y dejó sin alimento natural a cientos de rancherías en las distintas sierras del Estado.

Para los productores rurales, la situación fue especialmente crítica. La falta de humedad redujo el crecimiento de pastos, limitó el acceso al ganado caprino y bovino a espacios de alimentación y aumentó la dependencia del forraje comprado, un costo difícil de sostener en comunidades con recursos limitados.

En medio de este panorama, las equipatas volvieron a colocarse en el centro de la conversación pública. Aunque su impacto es discreto, históricamente, estas precipitaciones han sido determinantes para la recuperación temporal del campo en Baja California Sur.

¿Qué son exactamente las equipatas?

Las equipatas son lluvias ligeras asociadas al paso de frentes fríos entre diciembre y febrero. A diferencia de las lluvias de huracanes, no registran grandes acumulaciones, pero pueden humedecer la tierra lo suficiente para permitir el crecimiento de pastos que sirven como alimento natural para el ganado.

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Su importancia radica en que ayudan a:

Foto: Héctor Romero.

En un estado con clima árido como Baja California Sur, las equipatas representan una ventana de recuperación que, aunque breve, es vital para la actividad ganadera tradicional.

¿Por qué las equipatas eran la esperanza en 2024?

El año 2024 cerró con una ausencia casi total de lluvias en zonas clave como la Sierra La Laguna, la Sierra La Giganta y amplias áreas de Comondú y Loreto. Solo en algunas zonas de Mulegé se registraron precipitaciones moderadas, insuficientes para revertir la sequía.

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Ante la gravedad del escenario, el gobernador Víctor Manuel Castro Cosío descartó el bombardeo de nubes por considerarlo costoso y poco confiable. En su lugar, el Gobierno del Estado optó por dos estrategias:

El mandatario advirtió que, sin equipatas, lo más complicado llegaría a partir de febrero, cuando la falta de pasto suele afectar con mayor dureza al ganado.

Foto: Héctor Romero.

El impacto directo en los rancheros de Baja California Sur

Las comunidades rurales han sentido de primera mano el deterioro del campo. Sin humedad, los pastos no brotan, los animales pierden peso y los pozos disminuyen su capacidad. Para muchas familias que viven de unas cuantas cabezas de ganado, la ausencia de equipatas representa un riesgo real para su economía.

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En zonas como El Patrocinio, San Francisco de la Sierra, Las Ánimas o San Javier, estas lluvias marcan la diferencia entre sostener su actividad ganadera o enfrentar pérdidas difíciles de recuperar. En estos territorios, las equipatas no solo humedecen el suelo: definen la posibilidad de seguir viviendo del rancho, como lo han hecho por generaciones.

Una espera que definió el rumbo del campo

Las equipatas no garantizan abundancia, pero sí significan un respiro necesario. Su llegada puede representar esperanza; su ausencia, una crisis aún más profunda.

Para Baja California Sur, 2024 cuando la sequía afectó al 100% del Estado. Fue un recordatorio claro de la fragilidad del campo ante los cambios del clima y de la importancia de estas lluvias invernales que, aunque pequeñas, son esenciales para la supervivencia rural.

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