El oscuro pasado de Juan Gabriel por Lecumberri: entre abusos, corrupción y espionaje
Antes de convertirse en el Divo de Juárez, Juan Gabriel, cuyo nombre real era Alberto Aguilera Valadez, vivió un capítulo oscuro que definió su vida y obra: su encarcelamiento en Lecumberri entre 1970 y 1971.
A los 20 años, fue acusado injustamente de robo tras una fiesta en la que cantó, enfrentando un proceso lleno de irregularidades orquestado por la actriz Claudia Islas y un agente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Durante 18 meses, padeció el hacinamiento, la violencia y la corrupción del "Palacio Negro", pero también encontró solidaridad que lo salvó de la desesperación.
Su liberación, impulsada por la cantante Enriqueta Jiménez "La Prieta Linda", marcó el inicio de su ascenso, transformando el dolor de esa experiencia en canciones como "No tengo dinero" y un legado que refleja su empatía por los olvidados.
¿Cómo fue el encarcelamiento de Juan Gabriel en Lecumberri?
El 14 de abril de 1970, Juan Gabriel, entonces un joven músico de 20 años recién llegado de Ciudad Juárez, fue detenido acusado de robo y daños en propiedad ajena tras cantar en una fiesta en una casa en Eje Central, Ciudad de México.
Sin pruebas contundentes, sin abogado y procesado irregularmente en fin de semana, fue sentenciado a tres años y trasladado a Lecumberri. En el penal, enfrentó celdas hacinadas diseñadas para dos personas pero con hasta 18, comida podrida, violencia constante y cobros por privilegios básicos, como baños o evitar tareas de limpieza.
¿Quién ayudó a Juan Gabriel a salir de Lecumberri?
La cantante Enriqueta Jiménez "La Prieta Linda", amiga del director del penal, Andrés Puentes Vargas, y su esposa Ofelia Urtuzuástegui, fue clave en la liberación de Juan Gabriel.
Oficialmente liberado en 1971, Juan Gabriel regresó años después a Lecumberri para filmar Es mi vida, una catarsis donde narró su experiencia como estrella en ascenso.
En entrevistas, confesó:
- “Entré siendo inocente, pero aprendí lo que es la injusticia. Vi cosas terribles”.
Su paso por el penal, descrito como un “infierno” por escritores como José Revueltas, inspiró canciones como "No tengo dinero" y su sensibilidad hacia los marginados.
Archivos desclasificados tras su muerte en 2016 confirmaron que fue vigilado por la DFS incluso tras su liberación, bajo sospechas clasistas y prejuicios sobre su vida personal, lo que él tomó con ironía:
- “Si me espiaban, al menos tenían buena música de fondo”.