Pez diablo invade Nuevo León, ¿de dónde es originaria esta especie?
Originario de la región amazónica de Sudamérica, el pez diablo —también conocido como Hypostomus plecostomus— ha pasado de ser una curiosidad exótica a convertirse en un verdadero desafío ambiental.
Su presencia en cuerpos de agua de Nuevo León, como la presa La Boca y el río La Silla, ha encendido las alarmas entre especialistas y autoridades ambientales.
¿De dónde proviene realmente el pez diablo?
El hábitat natural del pez diablo se encuentra en la cuenca del río Amazonas, una de las zonas con mayor biodiversidad del planeta. Desde ahí, se ha extendido por distintas regiones de Sudamérica gracias a su alta capacidad de adaptación.
- Origen: Cuenca del Amazonas, Brasil, Perú y Colombia.
- Expansión: Ha sido introducido en países como México, donde se ha convertido en una especie invasora.
Su resistencia, su habilidad para sobrevivir en aguas contaminadas y su dieta variada le han permitido prosperar en ecosistemas ajenos, donde no tiene depredadores naturales.
¿Por qué se le considera una amenaza ambiental?
En los ecosistemas donde es introducido, el pez diablo altera el equilibrio natural al competir por alimento con especies nativas y erosionar los márgenes de los ríos al excavar madrigueras.
- Impacto ambiental: Desplaza a peces locales y daña los hábitats acuáticos.
- Afectación económica: Perjudica la pesca de subsistencia al reducir la disponibilidad de especies comerciales.
- Estas características lo han convertido en un problema recurrente en cuerpos de agua mexicanos.
¿Qué sucede con su presencia en Monterrey y la zona metropolitana?
Apenas el 10 de octubre, un video viral en TikTok mostró ejemplares del pez diablo en la presa La Boca, en el municipio de Santiago. Días después, otra grabación reveló su presencia en el río La Silla, a la altura del Zoológico La Pastora.
Los testimonios sugieren que esta especie lleva años desplazándose entre el río San Juan y La Silla, consolidando su expansión. Ante esto, las autoridades recomiendan no liberar peces de acuario y, en caso de capturarlo, no devolverlo al agua, con el fin de evitar daños mayores a la biodiversidad local.