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Petrograbados milenarios de Cataviñá: huellas de los antiguos pueblos de Baja California

En el Valle de los Cirios, los grabados en roca atribuidos a los cochimíes muestran la riqueza cultural de la península y plantean interrogantes sobre su antigüedad y significado.

Foto: Jorge De León / Youtube
Foto: Jorge De León / Youtube

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Por: Rosalva Castro

 En medio del Valle de los Cirios, una de las áreas naturales protegidas más grandes de México, se encuentran dos de los atractivos históricos y culturales más relevantes del norte de la península: los petrograbados dejados por los antiguos pueblos originarios y las ruinas de la Misión de Santa María de los Ángeles, considerada la última establecida por los jesuitas antes de su expulsión en el siglo XVIII.

¿Qué revelan los petrograbados de Cataviñá?

En laderas y afloramientos cercanos al camino real misionero, aparecen figuras geométricas (círculos, líneas y motivos solares) y trazos zoomorfos esquemáticos.

En las inmediaciones del Oasis La Escuadra, conocido en lengua cochimí como Cabujakaamung, se encuentran petrograbados que dan cuenta de la presencia de los antiguos habitantes de la península.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la zona comprendida entre San Quintín y El Rosario se han registrado al menos 16 sitios con petrograbados, cuya antigüedad se sitúa alrededor de 3,000 años antes del presente.

Su análisis estilístico revela un predominio de diseños geométricos y curvilíneos, distintos a los antropomorfos de tradiciones como La Rumorosa o el Gran Mural en el sur de la península.

Cataviñá está asentada sobre el batolito peninsular (granitos, basaltos y cuarzos que, al desmoronarse, alimentan las arenas blancas que los arroyos llevan al mar).

En este mosaico desértico prosperan cirios, cardones, ocotillos y la palma azul (Brahea armata), endémica de la península; su fruto fue alimento de los antiguos pobladores. La reserva del Valle de los Cirios abarca 2,521,897 hectáreas, el área de protección de flora y fauna más grande de México.

Foto: Jorge De León / Youtube

Foto: Jorge De León / Youtube

La misión en ruinas: Santa María de los Ángeles

A pocos kilómetros yace la Misión de Santa María de los Ángeles, última misión proyectada por los jesuitas antes de su expulsión (1767). Su ocupación se abandonó a inicios del siglo XIX, en un contexto de derrumbe demográfico cochimí por epidemias (viruela, sarampión) y baja natalidad.

Del conjunto quedan vestigios de corrales y estructuras de adobe; la arquitectura que vemos hoy se asocia a obras posteriores franciscanas. En la tradición local persiste incluso la leyenda de una “misión perdida llamada Santa Isabel, asociada, como relato popular, a antiguos lavaderos de oro.

Foto: Jorge De León / Youtube

Foto: Jorge De León / Youtube

Recomendaciones para conservar los petrograbados

Los sitios rupestres y misionales son patrimonio cultural y natural. Para que sigan en pie, aplica la guía de buenas prácticas que impulsan especialistas como el INAH y los programas de conservación:

  • No tocar ni humedecer los petrograbados; el contacto y el agua aceleran su deterioro.

  • No rayar, pintar ni calcar las superficies; evita tizas, gises o “marcas” sobre la roca.

  • No excavar ni remover piedras, conchas u objetos; no te lleves nada del sitio.

  • Sigue veredas y señalética, respeta cierres y recomendaciones de guardaparques o guías.

  • No dejes basura y evita hacer fuego; el hollín y el calor dañan las rocas y la vegetación.

  • Contrata guía local certificado.

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