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CDMX

Lavaderos comunitarios en Iztapalapa: tradición, memoria y chisme que resisten al tiempo

Estos espacios siguen siendo punto de encuentro, memoria cultural y apoyo comunitario para las familias en algunos barrios de CDMX.


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Por: Paola Atziri Paz

En la CDMX, sobreviven apenas unos cuantos lavaderos comunitarios, y cuatro de ellos están en Iztapalapa. Uno de los más emblemáticos se ubica en el barrio de San Pedro: un sitio construido por los vecinos en los años setenta con piedra y techo de lámina, que fue bautizado como Tlapacaloyan, palabra náhuatl que significa “lugar de lavado”.

Durante décadas, mujeres del barrio acudieron allí a lavar ropa en jornadas que comenzaban antes del amanecer. Con la llegada de las lavadoras, el sitio perdió afluencia, pero no desapareció.

Gracias a la organización vecinal, el espacio fue remodelado durante la gestión de Clara Brugada y hoy conserva 20 lavaderos de piedra en uso, que son símbolo de memoria y resistencia comunitaria.

Lavaderos comunitarios en Iztapalapa: tradición, resistencia y chisme 

Sumario: Estos espacios siguen siendo punto de encuentro, memoria cultural y apoyo comunitario para las familias en algunos barrios de CDMX

En la Ciudad de México sobreviven apenas unos cuantos lavaderos comunitarios, y cuatro de ellos están en Iztapalapa.

Uno de los más emblemáticos se ubica en el barrio de San Pedro: un sitio construido por los vecinos en los años setenta con piedra y techo de lámina, que fue bautizado como Tlapacaloyan, palabra náhuatl que significa “lugar de lavado”.

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Durante décadas, mujeres del barrio acudieron allí a lavar ropa en jornadas que comenzaban antes del amanecer. Con la llegada de las lavadoras, el sitio perdió afluencia, pero no desapareció.

Gracias a la organización vecinal, el espacio fue remodelado durante la gestión de Clara Brugada y hoy conserva 20 lavaderos de piedra en uso, que son símbolo de memoria y resistencia comunitaria. 

Lavar a mano: una tradición y disciplina

Ofelia Guzmán, vecina del Callejón Primavera y trabajadora de intendencia, creció entre pilas de ropa y jabón: 

Nos traían desde los ocho años. Teníamos que dejar la ropa bien limpiecita porque si no, nos regañaban. Mi mamá lavaba ropa ajena y nos levantábamos a las cuatro de la mañana para ayudarla y acabar temprano

Ofelia Guzmán - Vecina

Mientras talla su ropa, recuerda que antes los lavaderos eran descubiertos y, de noche, tenían que improvisar una luz para seguir trabajando. Aunque dejó de ir durante diez años, hoy ha vuelto a tallar ropa entre las piedras.

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Asegura que, pese a haber probado la lavadora, prefiere el lavado a mano: 

En la lavadora la ropa blanca queda con arenitas en los dobleces. Aquí, a mano, queda mejor. Y además hay gente que renta y no tiene espacio; por eso hay que cuidar estos lugares, porque son para todos

Ofelia Guzmán - Vecina

Para ella, cada lavada es también un acto de memoria, con su voz conmovida nos cuenta:

Mi mamá me enseñó que aunque fuera un pantalón viejito, tenía que estar limpio y bien planchadito. Esa enseñanza la sigo hasta hoy

Ofelia Guzmán - Vecina

Lucha de vecinas por conservar los lavaderos comunitarios

Margarita Velázquez, de 72 años y vendedora de dulces, llegó en ese momento a los lavaderos comunitarios para lavar su ropa, la de su hijo y esposo.

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Ella conoce a la señora Ofelia desde que eran chicas y también tiene décadas viniendo a San Pedro:

Antes eran de piedra, sin tanque grande, y ya nos los querían quitar. Pero fuimos a la delegación a defenderlos. Gracias a eso, los modernizaron y aquí seguimos

Margarita Velázquez - Vecina

Margarita nunca ha tenido una lavadora, ni quiere tenerla: 

No me gusta, siento que no limpia. Hay que sacarle brillo a la ropa, y eso solo se logra tallando a mano. Que quede bonita, no solo enjuagada

Margarita Velázquez - Vecina

Para ella la importancia de los lavaderos va más allá de la costumbre, han sido una necesidad durante todos estos años por eso los tienen que cuidar:

Hay gente que no tiene agua en sus casas y viene aquí. También acarreamos cubetas. Y nos organizamos para limpiar: cerramos el agua un día antes y tallamos entre todas los lavaderos y el piso. Nadie nos obliga, pero si queremos que esté limpio, tenemos que hacerlo juntas

Margarita Velázquez - Vecina

SÍ existe el "chisme de lavadero"

Más allá del esfuerzo físico, los lavaderos también son espacios de convivencia. Entre cubetas, jabón y charlas discretas, se comparten consejos de limpieza y más.

Con humor, las vecinas reconocen que ahí también circula el famoso “chisme de lavadero”:

Sí se cuenta mucho chisme —dicen entre risas—, pero todas nos quedamos calladitas. Se dice que nos dijeron, pero no decimos qué cosas

Margarita Velázquez - Vecina

Esa complicidad convierte al lavadero en un espacio íntimo y colectivo a la vez, donde las historias de vida se entrelazan con el sonido del agua y el golpe de la ropa contra la piedra.

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Resistencia comunitaria y patrimonio cultural en la CDMX

Los lavaderos comunitarios de San Pedro en la alcaldía Iztapalapa no son solo infraestructura pública: son herencia cultural, soporte ante la falta de agua y lugares de identidad barrial. Su permanencia habla de la capacidad de organización vecinal y del valor de conservar prácticas que combinan disciplina, solidaridad y hasta buen humor.

En un barrio donde la modernidad parecía condenarlos al abandono, los lavaderos de San Pedro sobreviven como símbolo de resistencia cotidiana. Entre espuma, recuerdos y uno que otro chisme, el Tlapacaloyan sigue siendo el corazón de la vida comunitaria.



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