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¿Cómo se mide el dolor?

Lo que Missande tiene se llama osteosarcoma y es un tipo de cáncer que terminará ganando en su cuerpo. Mi misión es hacer que no lo haga de manera dolorosa.

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Por: Carolina Hernández

SAN PEDRO GARZA GARCÍA, Nuevo León.- Ella es Missande y tiene cáncer.

Es desgarrador. Me parte el corazón, pero no puedo hacer nada por ella que no esté haciendo ya.

Porque ¿qué se hace con el dolor que llega como anticipo?

Yo escribo.

La escritura nos obliga a ver la magnitud de la pena y a acomodar nuestros pedazos rotos.

Pero ¿cómo se mide el dolor?

Desde que supe la noticia han sido días complicados, pero me siento profundamente conmovida y afortunada de tener cerca de mí a una maravillosa red de personas que se solidarizan y me acompañan.

Pocas cosas son tan efectivas para los malos momentos que transitar en colectividad.

Lo que Missande tiene se llama osteosarcoma y es un tipo de cáncer que terminará ganando en su cuerpo. Mi misión es hacer que no lo haga de manera dolorosa.

Solo eso.

Pero ¿cómo se mide el dolor?

Siempre que pienso en ese tema, pienso en mi querido Mario Marczuk, veterinario especialista en el manejo del dolor, pero sobre todo eso, mi amigo personal.

Si no lo siguen, síganlo y aprenderán que en los últimos años, se han desarrollado varias escalas para medir el dolor en nuestros animales de compañía.

Mario nos ayudó a transitar por este mismo camino con mi Benjo del amor… (él era mi Benjo) y desde entonces le vivo agradecida.

Una de las cosas más hermosas que vi con Benjo fue cuando Mario trajo a casa un aparatito, un monitor de actividad parasimpática, dijo.

En la cosa científica de eso no me voy a meter, por que la diré mal, pero además, para lo que quiero contarles no es relevante.

Recuerdo a Benjo acostado en medio de la sala con unos cablecitos colocados en toda su humanidad y la maquinita marcando gráficas de dos colores: Una -en términos prácticos- midiendo el dolor; y otra -en términos igual de prácticos- midiendo el impacto del remedio en su cuerpo.

Mientras Mario me explicaba los niveles de dolor con los que estaba viviendo mi perro, yo comencé a acariciar a Benjamin a hacerle cariñitos detrás de las orejas y a decirle bajito lo mucho que lo quería… entonces una de las gráficas se movió distinto.

Ahí, Mario me explicó -sin que esa fuera su intención- el poder del amor.

Sí, como novela de televisa.

La gráfica se movió porque mis arrumacos estaban generando en Benjo una explosión química de pura felicidad.

Fue magia.

Fue saber, con la ciencia de mi lado, que el amor puede combatir el dolor (sumado a los medicamentos, no vayan a querer sanar con pura magia).

Nunca voy a olvidar ese momento.

Por que sí, podemos medir el dolor, pero lo más importante es que podemos medir el poder del amor para paliar ese dolor.

A Missande he decidido llevarla por un camino sin dolor hasta que eso sea posible.

Porque no busco que viva mucho, busco que viva feliz.

Y eso haré.

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