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México

Desde Israel Vallarta hasta "El Chapo" Guzmán, fugas y presos sin sentencia

En México permanecen encarceladas 242 mil 457 personas. De ese total, 4 de cada 10 ven su vida extinguirse, pues no han recibido sentencia

El Chapo Guzmán e Israel Vallarta. Foto: Sheila Gutiérrez
El Chapo Guzmán e Israel Vallarta. Foto: Sheila Gutiérrez

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Por: Carlos Rocha

La liberación de Israel Vallarta, tras 20 años en prisión sin recibir sentencia es paradigmático, pero la información del propio Gobierno Federal reconoce cerca de 60 por ciento de la población recluida aún no recibe sentencia absolutoria o condenatoria. 

“Mientras las cárceles sigan siendo depósitos de pobres y casos no resueltos, la violencia dentro de estas continuará”, reconoce José Luis Gutiérrez, abogado de la organización de derechos humanos AsíLegal. 

Para diversos analistas y defensores de los derechos humanos en el país, una de las razones clave de la falta de sentencia está en la prisión preventiva oficiosa, la cual fue ampliada por la Cámara de Diputados para abarcar otros delitos y combatirlos, como la extorsión y el tráfico de fentanilo, con la consecuencia de encarcelar gente de forma automática y sin juicio de por medio, acción que se refleja en las cifras de saturación.

Elemento de Policía Estatal. Foto: Archivo Jafet Moz

Elemento de Policía Estatal. Foto: Archivo Jafet Moz

Hasta marzo de 2025 estaban internadas en México unas 242 mil 457 personas, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi),de ese total, cuatro de cada 10 simplemente ven su vida extinguirse en prisión pues no han recibido sentencia.

¿Qué papel juegan los custodios?

A la falta de sentencia, se suma la estancia en prisión a costa de los custodios, quienes se ven ampliamente superados por el número de internos.

La estadística penitenciaria nacional indica que por cada custodio certificado hay 21 presos, lo cual sobrepasa siete veces el estándar internacional, que es de un custodio por cada tres presos.

Los bajos sueldos y la situación del país orillan a que en ocasiones los custodios se vuelven cómplices al mantener estrecha cercanía con sus vigilados.

Zona acordonada. Foto: Archivo Jafet Moz

Zona acordonada. Foto: Archivo Jafet Moz

El caso más emblemático en estos lugares fue la fuga de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, en 2015, que no sólo exhibió la debilidad del penal federal número 1 “El Altiplano”, supuestamente la prisión de máxima seguridad del país, sino de todo el sistema de corrupción a nivel federal.

¿Cárceles, universidades del crimen?

Por otra parte, el sistema de impartición de justicia en México tampoco ha impedido la filtración del crimen organizado, el cual se ha apoderado de las prisiones

Durante la década de los años 90, un semanario mexicano llamó a las prisiones las “universidades del crimen”, pues desde entonces señalaba que lejos de reinsertar, su principal característica era la de formar a nuevos criminales profesionales.

Está el caso de Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del cártel del Golfo, quien si bien fue capturado por las fuerzas federales en el año 2003, desde su reclusión en el penal de Almoloya de Juárez, estado de México, estructuró y consolidó al brazo armado de este cártel: Los Zetas, con sus consecuencias nefastas para el país. 

Elementos de Guardia Nacional en zona acordonada.  Foto: Archivo Jafet Moz

Elementos de Guardia Nacional en zona acordonada. Foto: Archivo Jafet Moz

Lejos de neutralizar a Cárdenas Guillén, la reclusión le ofreció un espacio alejado de sus rivales, que le ofreció seguridad y lo alejó de cualquier atentado por parte de los líderes de los cárteles rivales.

Sin proponérselo, Almoloya se convirtió en el centro de mando del cártel del Gólfo hasta el año 2007, cuando fue extraditado a Estados Unidos, lo que favoreció que Los Zetas se convirtieran en la violenta y devastadora organización independiente en que se convirtió poco después.

Para la analista Irene Tello, el poder de las cárceles mexicanas no está en la fuerza que ejerce el Estado para disciplinar a los reos, sino en la violencia extrema que ejercen los grupos criminales, pues encuentran en los reos una fuente inagotable de nuevos reclutas para sus organizaciones.


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