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Hugo Ontiveros
La esfera política
Por: Hugo Ontiveros

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La primera impresión también es política

Para quienes han seguido mi columna Esfera Política...

Para quienes han seguido mi columna Esfera Política, sabrán que en mi ejercicio como consultor en comunicación política he tenido la oportunidad de viajar por diversos países, especialmente de Latinoamérica. En esos recorridos, me he convencido aún más de una máxima que en política es casi regla de oro: la primera impresión no solo cuenta, comunica. Y en ese terreno, México tiene mucho que reflexionar.

Uno de los primeros rostros que muestra un país al visitante extranjero es su aeropuerto principal. Es, literalmente, la puerta de entrada a la nación. En el caso de México, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) no solo no representa el tamaño de nuestra economía ni el talento de nuestra gente, sino que, francamente, es una vergüenza. Obsoleto, mal mantenido, caótico, con instalaciones deterioradas, saturadas y carentes de limpieza y orden. Una verdadera pocilga, por decir lo menos.

Mucho se ha hablado del cancelado aeropuerto de Texcoco, una obra que, aunque cuestionada en su origen por supuestos actos de corrupción, hasta hoy no ha llevado a nadie a juicio ni ha generado consecuencias legales concretas. El gobierno federal decidió clausurarla bajo un discurso de supuesta austeridad y combate a la corrupción, aunque los hechos han demostrado que esa narrativa fue más un acto de propaganda que una decisión con sustento técnico. Se optó por Santa Lucía, un proyecto funcional en lo militar, pero ineficiente y poco útil para el grueso de los viajeros nacionales e internacionales.

Esta columna no busca abrir un debate técnico ni repetir cifras de estudios. Lo que quiero poner sobre la mesa es un principio básico: en política, todo comunica. Y lo que no se dice, también. La imagen que damos como país desde el primer contacto físico es esencial. México está entre las 15 economías más grandes del mundo, y sin embargo, su principal aeropuerto parece más bien el de una nación en crisis permanente.

Pensemos en lo que viene: la Copa del Mundo en 2026. México será sede de uno de los eventos más importantes del planeta, con millones de ojos puestos en nuestra infraestructura, organización y hospitalidad. ¿Realmente estamos preparados para recibir al mundo con un aeropuerto como el AICM? ¿Esa es la cara que queremos mostrar?

Si lo llevamos al plano cotidiano, es como cuando uno recibe visitas en casa. Lo mínimo que se procura es limpiar, ordenar y dejar todo en condiciones dignas para que el invitado se sienta bien y se lleve una buena impresión. En la política, como en la vida personal, la dignidad también se expresa en los detalles.

La reflexión es sencilla, pero profunda: no se trata solo de cemento y pistas de aterrizaje. Se trata de orgullo, de visión, de respeto por uno mismo y por quien llega. La imagen de un país comienza desde la pista de aterrizaje. Y hoy, la de México necesita despegar con urgencia.


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