Bailables navideños: el trabajo invisible de las maestras y maestros
En un país que exige resultados educativos a quienes educan, estos bailables funcionan como un recordatorio de todo el trabajo que los maestros hacen todos los días por la educación en México.
Diciembre significa también, como vemos en estos videos, bailables escolares y pequeñas obras. Y eso significa también trabajo extra de muchas maestras y maestros que casi nunca vemos ni valoramos. Por eso estos videos que han circulado en los últimos días en TikTok me parecen valiosos.
Son risibles por el audio, pero importantes porque visibilizan un esfuerzo que no está contabilizado ni por la SEP ni por los propios padres de familia. Un trabajo extra, pero qué se traduce en el mejor de los casos en un buen recuerdo familiar.
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Mi mamá fue maestra de educación primaria y la recuerdo no solo poniendo bailables, sino muchas veces terminando coronas navideñas de sus alumnos en la casa hasta la madrugada. Y, sin embargo, lo veo, la mayoría de las veces no somos conscientes de todo ese esfuerzo.
Porque ser maestro no es solo estar frente a grupo cumpliendo un plan escolar. Es cargar con tareas emocionales, logísticas y afectivas que nadie paga y casi nadie reconoce. Y esto no es un detalle menor. Muchas de esas horas extra no están pagadas. Se dan por sentado.
Como si enseñar fuera una vocación que justificara cualquier exceso y cualquier actividad: los maestros no solo deben ser capaces de educar, sino de entretener, divertir, ser amenos, poner coreografías, llevar trabajo a casa, estar siempre disponibles. Sin duda el respeto hacia los maestros ha cambiado.
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Ya no existe ese respeto que veíamos idealizado en películas, pero tampoco hemos sabido construir uno nuevo. Hemos normalizado la precariedad docente y olvidado la dificultad real de educar, de sostener procesos formativos en contextos cada vez más complejos y desiguales.
Ese vínculo y confianza que parecía existir con la figura de la maestra, del maestro, se ha borrado. En un país que exige resultados educativos a quienes educan, estos videos no solo dan risa. Funcionan como un recordatorio incómodo de todo el trabajo invisible que sostiene a miles de escuelas todos los días.
Y quizá también como una invitación a mirar y cuestionar todo ese proceso educativo institucional, cómo podemos mejorar, qué podemos aportar también desde la casa, como padres de familia y como personas que alguna vez fuimos niños y estuvimos en esas aulas.
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