Vigilancia y contravigilancia en CDMX
CDMX tiene más de 83 mil cámaras, sigue siendo la entidad con más delitos y donde 7 de cada 10 habitantes se siente inseguro.
En Ciudad de México hay más de 83 mil cámaras operando y otras 30 mil en proceso de instalación. Y según este artículo de Wired, esto la convierte en la ciudad más videovigilada de todo el continente americano.
Pero incluso con todas esas cámaras con todas esas cámaras, como bien señala el texto, CDMX es la entidad con la mayor tasa de delitos del país: más de 54 mil por cada 100 mil habitantes. Y no sólo eso sino que aún con todas esas cámaras, siete de cada diez personas dicen sentirse inseguras.
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Las cámaras existen para prevenir y castigar delitos, pero vale la pena preguntar si realmente cumplen su función. En México no basta con vigilar desde arriba, porque hay algo más profundo: la desconfianza estructural de la ciudadanía hacia la policía. Por ejemplo hace unas semanas se difundieron las imágenes de tres policías golpeando a Erick Omar, un joven de 21 años que días después apareció muerto.
Ese caso no se conoció por las cámaras del gobierno, que ni siquiera sirvieron para detener la agresión. Se conoció gracias a los videos grabados por vecinos. La ciudadanía vigilando a las autoridades, no al revés.
Mientras la vigilancia institucional presume su poder, ha surgido otra vigilancia desde abajo: la sousveillance. La ciudadanía usando sus propios teléfonos para documentar abusos. Y eso incomoda a muchas autoridades, como esos policías que insisten en decir que no pueden grabarlos. Que las cámaras ayuden a prevenir delitos o a resolver investigaciones suena bien.

El problema es que las autoridades deberían asumir que ya no son las únicas que vigilan. Así como ellos observan a la ciudadanía, la ciudadanía puede devolver la mirada. Y esa evidencia, cuando muestra abusos, debería bastar para destituir a cualquier autoridad involucrada.
Por más que Byung Chul Han diga que hemos pasado de una sociedad de vigilancia a una de rendimiento, lo cierto es que no hemos dejado de ser vigilados sino que cada vez hay más herramientas de vigilancia y de control. La vigilancia no desapareció, simplemente se multiplicó.
En México estamos llenos de casos como los de Erick y de otros donde es común ver a policías o a funcionarios actuando de forma incorrecta y en ocasiones delinquir. Por eso no basta con la existencia de esa vigilancia vertical venida del gobierno sino que es necesaria la otra vigilancia.
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La ciudadanía tiene más cámaras que el estado y al estado le debería de importar también presentar resultados y actuar conforme a la contravigilancia ciudadana.
De qué nos sirve tener tantas cámaras si los delitos no bajan así como tampoco mejora la percepción ciudadana de los policías. De qué sirve que haya imágenes si en México la justicia frecuentemente es selectiva.







