El camino hacia el Senado

Algunos de ellos, incluso perdiendo ganan. Mientras que otros, aún ganando, podrían perder.

DURANGO, Durango.- ¿Cuál es el papel que juega cada uno de los candidatos duranguenses al Senado de la República? Como pocas veces, la lectura de algunas de esas aspiraciones debe hacerse más allá de la posibilidad de ir a la Cámara Alta. Lo explico.

Empecemos en orden cronológico (o por derecho de antigüedad, como usted prefiera). Es decir, con Alejandro González Yález.

Gonzalo, como la gran mayoría lo conoce, se volvió a sacar la lotería: el rango jerárquico que tiene a nivel nacional en el Partido del Trabajo, solo por debajo de Alberto Anaya y al nivel de Gerardo Fernández Noroña, le permite estar, desde hace un par de décadas, siempre presente en las decisiones cupulares.

Sin embargo, y más allá de que lo podemos dar por seguro senador, que él sobreviva políticamente, es que sobreviva el ente político al que pertenece. Su activismo, junto con el de tres o cuatro más, mantiene viva a una franquicia que le sigue dando mucho a él y todo su equipo.

Y si no, pregunten por el presupuesto anual de los CADIS, que tan solo del Gobierno local, reciben 75 millones de pesos cada año. Seis años más de Gonzalo senador son, cuando menos, seis años más de supervivencia para este subsistema. Échele cuentas.

Margarita Valdez, por su parte, llega con el respaldo de la todavía Secretaria General de su partido, MORENA, Citlalli Hernández. Sin embargo, seis años fueron insuficientes para construir un equipo político sólido que respalde su aspiración de reelegirse.

Vamos ahora con Jorge Salum del Palacio (insisto: derecho de antigüedad). Aunque es probablemente el mejor de los seis candidatos, la marca no es lo suficientemente sólida en Durango como para permitirle llegar al Senado.

Sin embargo, esa eventual fortaleza de Movimiento Ciudadano (que muchos expertos auguran para los años venideros), dependerá mucho de lo que él decida hacer después de la elección. Estamos viendo, muy probablemente, al próximo gerente de esa franquicia, que si quiere crecer, requiere a alguien como él moviendo los hilos.

Karla Tello, su acompañante, probablemente quedará a cargo de los esfuerzos de La Laguna y varios municipios más una vez que concluya la elección.

Toca el turno a Gina Campuzano. La panista, como Gonzalo, tiene prácticamente asegurado el escaño en el Senado de la República, gracias a que las negociaciones la pusieron en el primer lugar de la fórmula.

Sin embargo, ella se juega mucho más que esa posición: los votos que atraiga hacia el Partido Acción Nacional, definirán en mucho el destino de quien la respalda, el presidente municipal de Durango, José Antonio Ochoa. Toño, como le gusta que le digan.

Para nadie es un secreto que, en buena medida, la construcción de dicha candidatura se dio gracias a él, que además le ofreció todos los reflectores posibles antes de la etapa de campañas, con el fin de lograr un posicionamiento que, es de reconocer, es el más grande que Gina ha tenido en su trayectoria.

En la segunda posición de esa fórmula está Gabriela Hernández López, que para muchos (me incluyo), ha sido una grata sorpresa en el entramado político de los últimos años, sacudiéndose de encima la figura de su padre y mostrando un rostro más que propio.

Sin embargo, nadie puede negar que el exgobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, forma parte de su equipo y que fue en elemento activo en las negociaciones que permitieron la posición para “La China” en la boleta. Lo cual, insisto, no quiere decir que no lo mereciera.

Gabriela, en el papel, se está convirtiendo, conforme avanza la campaña electoral, en un rostro más visible que Gina, lo que ha derivado en la interpretación de una separación que convierte a las de ellas en campañas paralelas. Y de ganar, encabezará una nueva temporada del llamado “Ismaelismo”.

Así pues, prácticamente todas las candidaturas tienen un detrás de. Sin embargo, algunos de ellos, incluso perdiendo ganan. Mientras que otros, aún ganando, podrían perder.

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